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Inversión socialmente responsable

27/10/2020
 Actualizado a 27/10/2020
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El deseo de ser mejores, de cambiar el mundo para bien, se ha trasladado también al mundo financiero –y esperemos que no sea una moda pasajera– con la «inversión socialmente responsable» o «sostenible». Históricamente, centrada en la preocupación que existía en las Naciones Unidas por el incremento de la contaminación en la revolución industrial y que dio lugar a una serie de iniciativas para ayudar a los países desarrollados a impulsar medidas medio ambientales.

En 2005, se crearon los Principios de Inversión Responsables de las Naciones Unidas. A estos criterios se les llamó ASG.

A, de criterios ambientales. Se centran en variables que afectan tanto de forma positiva como negativa al medio ambiente, ya sea de forma directa o indirecta. Emisiones, energías renovables, eficiencia energética…

S, de criterios sociales. Afectan a cuestiones sociales que se intentan mejorar, como la educación, la mejora de la calidad de vida y su prolongación, la defensa de los derechos humanos o la lucha contra la discriminación.

G, de criterios de gobierno corporativo o de gobernanza. En este caso, hablamos de cómo se gestiona y se administra la empresa de forma interna, haciendo hincapié en la transparencia de sus cuentas, sus órganos de gobierno, controles internos o la retribución de directivos.

Los criterios ASG, aunque no están tan ligados a datos puramente financieros, también son positivos a la hora de conseguir buenos rendimientos. De hecho, existen fondos de inversión que incluyen en su filosofía estos principios como un punto fundamental aunando los beneficios extraídos de los criterios ASG con la profesionalidad que ofrecen los equipos gestores de fondos como el ‘Nordea Global Climate’, el ‘Schroder Global Climate’ o el ‘Dpam Newgems’. Una reciente encuesta de la EFPA (Asociación europea de asesoría y planificación financiera) entre 1000 profesionales del sector indica que tres de cada diez asesores han observado un crecimiento en la demanda de este tipo de fondos.

Herramientas prácticas son el ‘Rating de Sostenibilidad Morningstar’ que mide por ejemplo las emisiones de gases de efecto invernadero, los residuos en las operaciones o los riesgos de sobornos en la industrias de petróleo o la privacidad y seguridad de los datos o la gestión de capital humano en las industrias de software; o la sección sobre finanzas sostenibles en la web de la CNMV.
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