Hórreos: 'tesoros' en peligro de extinción

La provincia cuenta con algo más de 300 construcciones de este tipo, después de perder cerca de 80 en las últimas tres décadas en un ritmo de mortandad cada vez más acelerado

Víctor S. Vélez
10/02/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Uno de los más de 300 hórreos que hay en la provincia de León, concretamente uno ubicado en Santa Marina de Valdeón. | ICAL
Uno de los más de 300 hórreos que hay en la provincia de León, concretamente uno ubicado en Santa Marina de Valdeón. | ICAL
El paisaje de la montaña leonesa, y también buena parte de su cada vez más mermado paisanaje, no puede entenderse sin los hórreos. La provincia es el tercer territorio de España con más construcciones de este tipo, solamente superado por los vecinos gallegos y asturianos.

La definición más aceptada es que los hórreos son cajas de madera, desmontables y separadas del suelo, propias de climas húmedos y empleadas para almacenar alimento. Una descripción compartida por uno de los mayores especialistas en la materia, Eloy Algorri, quien asegura conocer «uno a uno» todos los hórreos de la provincia. En León suponen un fenómeno que aparece en todo el arco montañoso desde los Picos de Europa hasta el Cebreiro, cuyo elemento diferenciador podría estar en un empleo más exclusivo de la madera y en unas características piezas verticales en sus esquinas.

No obstante, estas particularidades no implican que el hórreo de León pueda entenderse de forma desligada al de Asturias o Galicia. «Por ejemplo, los hórreos de El Bierzo son idénticos a los de la parte oriental de la provincia de Lugo. Sin embargo, los hórreos de la zona del desfiladero de Los Beyos en Asturias son completamente diferentes a lo que hay a pocos kilómetros en suelo leonés», asegura el especialista que es coautor del libro ‘Hórreos leoneses’.

Algo de historia

Para Algorri el hórreo es «un bien en peligro» que desde el siglo XIX vive un «proceso de decadencia» y que en la actualidad ha acelerado su proceso de mortandad. No es fácil asegurar cuantos hórreos alberga la montaña leonesa pero los expertos apuntan a unos 300, después de desaparecer en torno a 80 construcciones en las últimas tres décadas. En el año 1982, un profesor de la Universidad de León llamado José Luis González Arpide realizó un censo de los hórreos de la provincia. Tomando como referencia dicho censo se elaboró otro más exhaustivo por la Junta de Castilla y León en 2005, quedó de manifiesto que en dos décadas se habían perdido más de 60 ejemplares. Un ritmo que no cesa puesto que, según la opinión de este arquitecto experto en hórreos, desde este último inventario han desaparecido «otros 10 o 15».

«Paradaseca, en El Bierzo, en los años sesenta tenía más de 20 hórreos y ahora quedan uno o dos», expone el experto a modo de ejemplo.

La mayoría de estas construcciones en la provincia datan de los siglos XVIII y XIX. Épocas que, según varias publicaciones, podrían ser las de mayor presencia de hórreos en suelo leonés. «En la zona del Porma ahora quedan como cinco hórreos, hace 250 años había más de 300, en uno de los puntos con más hórreos de la provincia», ejemplifica Algorri.

No obstante, su presencia en la península se puede intuir desde mucho tiempo atrás por fuentes romanas y atestiguar por su aparición gráfica en las Cantigas de Alfonso X ‘El Sabio’. Algunos de los actuales, como el de Las Bodas, cuentan con piezas del siglo XII.

De hecho, el hórreo de Las Bodas es tal vez el más singular de la provincia por su estilo arcaico que reproduce a los del siglo XII, aunque sea cinco siglos más tardío. De hecho, algunos estudios lo avalan como el más antiguo de toda España de los construidos en madera. Su singularidad también se justifica, aunque también lo presenten otros hórreos a lo largo de la provincia, por estar blindado con unas losas de piedra por encima de los tablones de madera sobre el que se edificó. «Esto impide que alguien fuera con un berbiquí para taladrar la madera por la noche, poner un saco y llevarse el grano que cayera», apunta Algorri sobre el hórreo de Las Bodas.

Esta medida de protección se sumaría a otras que forman parte intrínseca del propio concepto de hórreo, como el hecho de estar separado de la vivienda principal. «Lo de estar separado de la casa era para si se quemaba, no se perdieran también los víveres. Las reservas eran muy importantes porque había muchas hambrunas. Hasta hace 150 años, las casas tenían cubiertas vegetales y las medidas contra el fuego condicionaban toda la vida en el medio rural», explica el arquitecto.



Los hórreos en la actualidad

Según apunta Eloy Agorri, todavía en la actualidad se utilizan algunos para guardar alimentos o productos de la matanza, «aunque no es la norma habitual». «Lo mejor es que tenga uso, tenga peso y hace que sufra menos y se conserve mejor», comenta este leonés experto en la materia.

Los hay también que han recurrido a fórmulas como alquilarlo como espacio para turistas y en Airbnb se pueden encontrar múltiples propuestas para pasar unos días en un acogedor hórreo. Una iniciativa que no es tan novedosa como pueda parecer puesto que, después de la Guerra Civil, ya se emplearon como vivienda ante la escasez de hogares en zonas de Laciana.

El elevado coste de su conservación supone, en muchas ocasiones, el principal peligro para estas construcciones. De manera especial en aquellos con cubiertas de paja, propios de la comarca berciana, y cuya sustitución debe acometerse cada pocos años con un coste que, según Algorri, puede rondar los 10.000 euros. «La Junta de Castilla y León debe saber que si quiere hórreos con cubierta de paja tiene que mantenerlos», comenta al respecto el arquitecto puesto que la conservación corresponde al propietario aunque sea la Junta la que hace labores de supervisión, control y en su caso de ayuda o subvenciones.

En los años ochenta la Junta reconoció a los hórreos como Bienes de Interés Cultural (BIC) y fruto de esta especial protección, la Diputación de León convoca ayudas desde 1995 para restaurarles. No obstante, estos esfuerzos quizá no sean suficientes para lo que son verdaderos «tesoros desde el punto de vista antropológico». «Esto en Valladolid queda lejos», reflexiona Eloy Algorri.

Sea como fuere es una evidencia que el hórreo está en serio peligro de extinción y se deben explorar opciones de todo tipo. Algunas como las que plantea Algorri de ‘hacer un llamamiento a quien quiera adoptar un hórreo’ y «canalizar ese flujo entre quien lo tiene y no lo usa y a quien le gustaría tenerlo». Posibilitar el traslado o también realizar un ‘embalsamamiento’, como se hizo con el hórreo del parque de los Reyes de José Aguado que es originario de Salio, uno de los pueblos anegados en el pantano de Riaño. «Hay que ir a una gestión menos burocrática y más apegada al terreno. Donde se han conservado los hórreos es en los lugares que más se ha apostado por ellos como en Balboa», concluye Algorri. Que tome nota quien tenga que tomarla.
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