Un joven español sufre un grave accidente de tráfico y tiene que agradecerle a la vida que «solo» pagara el peaje de una pierna cuando bien pudo dejarse la vida. Por los mismos días un joven campesino ara sus tierras –mientras sueña con las ricas patatas que va a cosechar– con una de esas máquinas modernas que también se desbocan, como los caballos. «Los rotavator son muy falsos», razonaba después, cuando la máquina, como en el accidente anterior, también le había triturado una pierna y casi se lleva por delante toda su vida.
Los dos accidentados que se preparan para encarar la vida con una sola pierna coinciden en el mismo hospital, en la misma habitación;en la que alguien les deja otra historia en forma de libro, ‘El pie de Jaipur’. De sus páginas salta a sus vidas una historiacomo la suya y otra aún más cruel, la de un camboyano que huye de los fantasmas de su durísima época con los Jemeres Rojos.
Juntos, con menos piernas pero con los mismos corazones, son capaces de escribir historias que serían imposibles sin haber pasado la tragedia, el accidente o la locura del fanatismo. Saber cómo iniciaron otro camino, cómo lo están recorriendo y cómo te lo cuentan, con una sola pierna, justifica un eterno agradecimiento a quien bautizó(Javier Moro) ese pie que aún les queda como el pie de Jaipur, el que animó a los otros.
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