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Hipocresía y piscinazos

01/05/2021
 Actualizado a 01/05/2021
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Ahora que parece que el balón de la Superliga europea de fútbol ha dejado de ser pateado por unos y otros, es interesante sacar al terreno de juego la hipocresía que tanto protagonismo ha tenido en este asunto. Como en la mayoría de las disputas, ninguna de las partes está en posesión de la verdad absoluta y ambas tienen parte de razón. No sería inteligente quedarnos en la superficie y dejarnos hipnotizar por ciertos discursos y argumentos rimbombantes, que no dejan de ser burdos piscinazos para engañar al respetable.

He escuchado atónito cómo algunas personas proclamaban que el fútbol es de los aficionados. ¿De verdad creen que el fútbol de élite a día de hoy es realmente de los seguidores? Hace ya tiempo que el deporte rey a nivel profesional se convirtió en un negocio, en el que los aficionados y sus bolsillos nos hemos convertido en el aceite que lubrica la maquinaria de esta gran estructura empresarial e institucional.

Me extraña ver a dirigentes rasgándose las vestiduras ante la Superliga, cuando luego se llevan una competición nacional a disputarse a otro país a miles de kilómetros por un único motivo, el económico. Igualmente me deja ojiplático escuchar a presidentes de algunos clubes utilizar el argumento de que el fútbol es del pueblo cuando luego establecen unos precios prohibitivos que imposibilitan que muchos aficionados puedan ir a ver su equipo en directo. Y qué decir de los horarios intempestivos de algunos partidos, condicionados por los derechos de televisión, aunque ello conlleve el sacrificio de las aficiones locales.

Mención aparte merecen algunos jugadores. Es irónico pensar cómo los mismos que ahora ponen en el centro de todo este circo a los aficionados, luego un día sí y otro también les desprecian cuando están esperando por un autógrafo o por una fotografía. O cuando traicionan a toda una afición y a un escudo con su actitud dentro del campo o se convierten en meros mercenarios que se guían por los cantos de sirena de los mejores pagadores. Esto no es una crítica a los jugadores que cambian de camiseta según sus intereses económicos, porque no nos engañemos, desde hace ya mucho tiempo, el fútbol es un negocio. No se equivoquen, toda la moviola que hemos presenciado sólo responde a luchas de poder y económicas, en las que los aficionados somos utilizados como arma arrojadiza y seguiremos siendo prisioneros de este negocio debido a nuestra pasión real por este deporte y por el escudo de nuestros respectivos equipos.
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