"Hay mosaicos romanos en las trébedes de las cocinas"

Juan Carlos Ponga había publicado en 2008 un libro de referencia sobre el patrimonio perdido de la ciudad de León; ahora llega la segunda parte

Fulgencio Fernández
13/01/2020
 Actualizado a 13/01/2020
Imagen del Convento de Cabeza de Alba.
Imagen del Convento de Cabeza de Alba.
Juan Carlos Ponga Mayo había publicado hace más de diez años —en 2008— una obra de referencia, León perdido, en el que repasaba las numerosas perdidas del patrimonio de la ciudad. «Recogía allí desde elementos históricos hasta edificios de arquitectura doméstica que habían sido derribados, pero solo en León», recuerda. Pero el hecho de ser un referente también provocó una reacción normal: «Todo el mundo me pedía el León perdido dedicado ala provincia y lo he hecho. Con el nombre no me he comido la cabeza, el León perdido II, que saldrá en dos tomos porque era demasiado material para uno solo, 700 páginas».

El primero de esos dos tomos ya está en las librerías y el segundo lo estará en pocas semanas, en febrero. Entre los dos aborda: la arqueología, los pueblos desaparecidos y la arquitectura religiosa (en el tomo I) y las arquitecturas militar, civil y nobiliaria, arquitectura popular e industrial y arquitectura de comunicaciones (estudiadas en el tomo II).

Recuerda Juan Carlos Ponga que es un proyecto de largo recorrido pues ya hace más de cuarenta años que trabaja en él, aunque no específicamente para el libro. «Comencé a trabajar en este campo ya en el año 1974, desde el CCAN. Me incorporé a este recordado Club Cultural de Amigos de la Naturaleza y se había creado una secciónde Cultura, cuya misión fundamental era disimular las reuniones políticas que se celebraban allí; y el 1 de mayo de 1974 hicimos la primera excursión, fuimos a Sahagún y su entorno, curiosamente guiados por unas fotocopias que tenía David Gustavo López del Catálogo Monumental de la Provincia de León, de Gómez Moreno, que lo había realizado entre1906-1908, aunque se publicó más de veinte años más tarde».

Fruto de aquellas excursiones del CCAN fueron una serie de artículos que aparecieron en la prensa leonesa. «Los autores éramos David Gustavo, se incorporó Luis Pastrana y seguía yo. Aparecieron 56 artículos y lo dejamos cuando uno de ellos fue censurado». Recuerda Ponga el motivo del mismo: «Criticábamos el pantano de Riaño, recuerdo que el final del artículo era una frase de Labordeta: ‘Escúpele al pantanoy a quien lo hizo, que nos quitó la tierra, casa y panizo’. Era el año 1977».

El Catálogo de Gómez Moreno
, aquel que siguieron en la primera excursión del CCAN a Sahagún volvió a cruzarse en las investigaciones de Juan Carlos Ponga unos años más tarde. «Antes, con Luis Pastrana,y siete alumnos hicimos un trabajo para el Ministerio de Cultura sobre este mismo tema; y ya en 1997 el fallecido Santiago García me encargó una revisióndel Catálogo de Gómez Moreno , es decir, ir a ver todos los elementos patrimoniales y actualizarlo, pero fue cuando él enfermó y todo quedó parado en cuanto a publicación, no así el trabajo pues incluso ya estaba redactado y maquetado hasta la Letra G».

Y ahora llega este libro, en dos volúmenes, que Luis Grau define en el prólogo como «una labor notarial».

Sobre los diversos apartados que aborda el autor habla de características peculiares; así señala que en «arqueología se suele recomendar que no digamos con exactitud donde están los yacimientos para que no lo esquilmen, pero mucha gente sabe donde están elCastro de La Uña, el de Sena de Luna… etc pues ahí restos, los topónimos también dan pistas». Y recuerda Ponga un truco que se usa frente a los esquilmadores: «Muchas veces se siembra de puntas el yacimiento para despistar al detector de metales, aunque no siempre se logra».

Y habla de ejemplos como La Milla del Río, del que « hay mosaicos en el Museo Arqueológico Nacional. Otro caso paradigmático es el de la villa romana de Quintana del Marco, que podemos encontrar mosaicos romanos procedentes de allí en la trébede de la cocina de casas particulares, allíhubo un expolio tremendo. Del Castro de San Martín de Torres, que no se ha excavado nunca,también tienen piezas de oro en muchas casas particulares».

Un caso singular es el de los pueblos desaparecidos, capítulo en el que los más significativos son los que quedaron bajo las aguas de los pantanos. En algunos de ellos se pudieron recuperar elementos valiosos. «Tengo que decir con orgullo que gracias a una propuesta mía se recuperó la Iglesia de La Puerta, que está en Riaño.Sin embargo se dejó desguazarse una preciosa iglesia románica bajo el pantano de Luna, pese a estar muy bien».

Pero en este apartado también apunta una paradoja, que «hay pueblos que se dan por desaparecido y no lo han hecho totalmente, como Urdiales de Colinas o Montes de la Ermita, tienen casas recuperadas, con pozos artesianos y parabólicas; también Quintana de la Peña, cerca de Cistierna».

Una mirada especial y crítica ofrece sobre el patrimonio religioso perdido. «Lo que más llama la atención son los monasterios, por su monumentalidad. Un caso muy triste es el de Eslonza —que trasladó el obispo Almarcha piedra a piedra como también hizo con el de Renedo de Valderaduey— y ya antes,en tiempos de la República, Eslonza se quiso dedicar a psiquiátrico de la provincia ya que aún se conservaba muy bien».

Yhabla Ponga de otro caso también muy significativo de ‘malas prácticas’, el del Santuario de la Virgen del Camino. «Ya que, para los que creen, esta demostradoque la Virgen no se apareció donde estaba el Santuario y había sitio no debía haberse derribado el santuario viejo y que pudieran convivir los dos, como ocurre, por ejemplo, en Salamanca con las catedrales».

Es muy crítico el autor de ‘León perdido II’con la diócesis de Astorga, en la que hace hincapié «en el daño que se hizo en esta diócesis demoliendo iglesias para hacer otras nuevas, sin que fuera necesario. Es evidente que ahí hubo detrás un negocio importante», y pone ejemplo el caso de San Justo de la Vega, sin evitar nombres y señalando que «el tan venerado Augusto Quintana Prieto hizo mucho daño en este campo del que hablamos».

Todo está en su libro.
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