Gus Geijo: "La suerte son quince horas de trabajo el día que menos"

‘El libro secreto de los fotógrafos’ es la nueva publicación del astorgano, en la que con un lenguaje claro y directo habla de las vivencias que le ha regalado su profesión, tratando de desmontar lo que de mito hay en ella

Joaquín Revuelta
03/03/2021
 Actualizado a 03/03/2021
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La nueva publicación del fotógrafo astorgano Gus Geijo responde al título ‘El libro secreto de los fotógrafos’ (Eolas Ediciones), y en ella el lector se va a encontrar una serie de relatos que son fruto de vivencias que le ha regalado su experiencia como fotógrafo profesional a lo largo de los años, muchas de ellas aplicables a otras profesiones e incluso a la vida personal, como apunta el propio Geijo en la contraportada de un libro muy suyo pero en el que a la vez se pueden reconocer la mayoría de fotógrafos.

– Atendiendo al título del libro y todavía más a la fotografía que ilustra la portada del mismo, ¿lo suyo es más un secreto a voces o una confidencia susurrada al oído del lector?
– Pues con la agilidad mental que te caracteriza te diré que es un secreto a voces. Precisamente esa foto que ilustra la portada llega a decir eso, que es que mucha gente no lo capta. El título es ‘El libro secreto de los fotógrafos’, pero yo estoy ahí como hablando en voz alta porque son anécdotas reales de mi día a día, pero anécdotas que mucha gente no se atreve a contar. Es el morbillo de lo que hay detrás de las cámaras, situaciones que muchas veces son reales, aunque no pongo nombre y apellidos a los personajes, pero que vivimos casi todos los fotógrafos y, lo que te digo, que casi nadie cuenta.

– El título habla de los fotógrafos en plural. Es un libro personal en el que relata sus experiencias, sus vivencias, pero lo hace extensible al resto de profesionales de la fotografía en el convencimiento de que se van a sentir ‘retratados’ en lo que cuenta.
– Así es, son vivencias personales pero en las que se pueden identificar, sobre todo llevado al retrato, porque mucha gente que no está en contacto con los fotógrafos no entiende que esto es como las especialidades en medicina, que es que un odontólogo poco tiene que ver con un traumatólogo. De hecho ni se conocen. En el índice, capítulos como ‘La novia que destrozó su boda’ o ‘La novia que disfrutó de su boda’, cualquier fotógrafo que lea esto se va a sentir identificado siempre y cuando haya hecho una boda. O ‘La madre del niño vestido de marinero’, donde pongo a «escurrir» a las madres de los niños vestidos de comunión, entre comillas y con cariño. Porque a qué fotógrafo no le ha puesto la cabeza como un bote una madre diciéndole mira qué guapo es mi hijo. Y después capítulos como ‘Pon un hater en tu vida’, ‘El ego del fotógrafo’, que son extrapolables a cualquier profesión, ‘La diva. Una nueva especie’, donde puedes no ser fotógrafo pero estamos hartos de ver en Internet la figura de la mujer preciosa, retocada, modificada, vendiendo una vida feliz y que no es real. A lo mejor es demasiado vanidoso pero acabo definiéndolo también como un libro de autoayuda. Hay muchos capítulos que sirven para identificarte, aunque estés en otra profesión, y que dices éste me está dando algunos ‘tips’ para llevar esto de una manera mejor. Los haters yo los convierto en personas que actúan a mi favor en vez de en contra, y que me puedo aprovechar de ellos para sacar conclusiones y mejorar en lo que hago.

– Cuando hablaba de la diva que vende una vida feliz y que no es real, ¿qué hay de mito en la vida del fotógrafo profesional, como es el caso de Gus Geijo, que se rodea de mujeres preciosas y que tiene oportunidad de recorrer el mundo, una vida ‘idílica’ que la mayoría quisiera para sí?
– Las redes sociales nos han educado a vender una vida feliz, de entrada. Estamos vendiéndonos, todos somos productos aunque seamos personas particulares. Y concretamente en mi caso de mito hay prácticamente todo, porque tienes suerte, estás rodeado de preciosidades, cuánto viajas... Pues al final yo lo puedo traducir en que la suerte son quince horas de trabajo el día que menos, viajo mucho pero conozco estudios de fotografía y pocas ciudades, las chicas preciosas son un medio de trabajo. No voy a decir que sean el objeto, porque las personas no son objeto nunca, pero para mí una modelo es una persona que me facilita trabajo o una pieza indispensable en mi trabajo, pero que yo cuando termino la sesión de fotos realmente con quien quiero ir es con mi familia, con mi gente, y cada uno a su casa, y ya está.

– En uno de los capítulos habla de la imposibilidad de retratar el alma. ¿Me puede ahondar en esa idea?
– A ver, es un libro en el que también me preocupo mucho de desmitificar las cosas. Yo al final lo que digo es que un retrato tiene que ser una foto de una persona que cuente algo de ella, pero tanto como fotografiar el alma a mí me parece que es vender un humo demasiado denso. Porque fotografiar el alma a una persona que prácticamente no conoces en una sesión de media hora es muy difícil por no decir imposible. Podría fotografiar el alma de mis hijas en un álbum de 150 fotos en las que cuento un poco más de quiénes son, aparte de qué son y cómo son. Todos esos mitos, por volver a la misma palabra, rompo con ellos en el libro para que se vea la profesión del fotógrafo como algo mucho más normal y más cercano, sin llegar a ser tan cercano como que todos somos fotógrafos. El fotógrafo profesional no es el que paga los impuestos sino el que puede ofrecer una garantía. Para hacerte unas fotos de cualquier manera en la calle vale todo el mundo. Para hacer las fotos de tu boda, que ocurre una vez en la vida, a lo mejor ya no te fías de cualquiera. Yo iría a contratar al que me ofrece garantía porque es lineal en su calidad o en sus resultados.

– ¿Es un libro menos introspectivo que ‘La psicología del fotógrafo’?
– Sí, es un libro para todos los públicos, porque ‘La psicología del fotógrafo’, sin ser un libro técnico, que a mí no me gustan ese tipo de cosas, es para fotógrafos. Cuenta el día a día pero desde el punto de vista del trabajo de campo, cómo hago una sesión con bebés, cómo dirijo a una modelo... Este libro lo puede leer cualquiera. De hecho yo hice muchas «pruebas», entre comillas. Le dejé leer el libro antes de que saliese a personas que no tienen nada que ver con la fotografía y unos me dicen que se ríen, todos coinciden en que se entretienen, y a algunos les desvelo incógnitas que tenían o les aclaro ideas que tenían enrevesadas o confundidas.

– ¿Cómo ha vivido Gus Geijo el 2020, un año atípico a causa de la pandemia, que supongo ha condicionado y mucho el normal desarrollo de su actividad profesional?
– Ya he dicho que en lo personal han sido las mejores vacaciones de mi vida y en lo profesional un desastre, y quien diga lo contrario, salvo Mercadona, pues miente. Solamente descontando las veinte bodas al año que hacía y los veinte ‘workshop’ en España y en el extranjero, no te voy a decir la cantidad por si ve la entrevista algún inspector de Hacienda, pero vamos, que ya me dobló el año seguro. Cómo estoy tapando eso, pues haciendo muchas fotos –por desgracia para mí, por suerte para mi trabajo– a cambio de dinero, fotos de producto, industriales, cosas que no me motivan tanto como una sesión de moda, retratos, etc.  Los agujeros hay que taparlos, pero indudablemente es un año que económicamente, profesionalmente, no es bueno.

– ¿Qué opinión le merece que una modelo a la que usted ha retratado en numerosas ocasiones, como Andrea Martínez, sea la representante de España al título de Miss Universo?
– Pues mira, todos los logros de la gente los alabo, me alegro mucho por todo el mundo. Yo no soy de esas personas que les fastidia que a los demás les vaya bien. Sí es verdad que los concursos de belleza no son mi gran pasión, ni me gustan demasiado ni confío demasiado en ellos, pero bien llevados pueden ser un buen espejo, un buen trampolín para conseguir otra serie de cosas. Andrea es una chica preciosa, altísima, guapísima, que tiene un buen saber estar y que seguramente, si lo sabe utilizar, le servirá para catapultar su carrera. Estoy seguro de ello.
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