En Novecento,
aquella película de Bertolucci,
un viejo Burt Lancaster
se echaba una soga al cuello
porque no se le ponía la polla dura.
En Novecento,
un fascista destripaba un gato
contra una pared.
En Italia,
desde el lunes,
es mejor ser erizo,
o pécora,
que gato libre y callejero.
Sobre todo, si eres de esos
que arquean el lomo
cuando oyen hablar de Dios,
la patria,
o la familia pretoriana.

Gatopardos
01/10/2022
Actualizado a
01/10/2022
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