01/10/2022
 Actualizado a 01/10/2022
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En Novecento,

aquella película de Bertolucci,

un viejo Burt Lancaster

se echaba una soga al cuello

porque no se le ponía la polla dura.

En Novecento,

un fascista destripaba un gato

contra una pared.

En Italia,

desde el lunes,

es mejor ser erizo,

o pécora,

que gato libre y callejero.

Sobre todo, si eres de esos

que arquean el lomo

cuando oyen hablar de Dios,

la patria,

o la familia pretoriana.
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