07/03/2021
 Actualizado a 07/03/2021
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Dos letras que significan, como todos los acrónimos, un montonazo de cosas según el contexto. En España, hoy, Formación Profesional; en mi colegio, hace veinticinco años, Fumadores Peligrosos.

Pero aquella época, dorada como las lluvias televisivas, en que casi todo diosito que llegase a los dieciocho estudiando saltaba a la universidad ya pasó. Poco a poco se han ido encareciendo los accesos, y aumentando las exigencias de pago en forma de másteres para el posterior ejercicio profesional, y así la gente humilde que no destaca y no se garantiza bequita lo tiene un pelín más difícil para hacerse graduado.

Es este encarecimiento la vía decidida arriba para corregir la carencia de profesionales técnicos cualificados surgidos de la FP. Esos que deberán nutrir la panza del barril al que debería parecerse nuestro colectivo de población activa (personal no cualificado-técnicos cualificados-titulados superiores) en unos años y que, de momento, tiene forma de diábolo (silueta, ya que estamos, famosa por apreciada en otro contexto).

Tasas de desempleo juvenil del 7% cuando el total es del 40% respaldan la apuesta por esta formación en sus tres niveles de básica, media y superior. Testigo soy de que tiene por norma dar estabilidad profesional: hay quien desde la superior ha saltado a la universidad y ahora ejerce con ese nivel en el sector público; quien firma instalaciones eléctricas gracias a ella; y quien empezó a pagar la hipoteca con veinte años y un título de grado medio porque desde entonces trabaja para una empresa que le dio garantías (aunque luego el euríbor le redujese la dieta a patatas durante un tiempo).

Los que conocen la Formación Profesional por dentro reclaman una dotación que sea equivalente a sus ambiciones, porque si se compara con la infraestructura que tiene la Universidad todavía le queda. La oferta formativa es tremenda y se va ganando en dinamismo para la adaptación a las necesidades de la empresa privada, pero falta una selección adecuada de personal con verdadero talante comercial para el trato con las empresas y la captación en institutos de secundaria. Eso y una verdadera actualización regular de conocimientos, más que la maquilladora acreditación de competencias, lanzaría la demanda de esta vía a los niveles europeos.

Un plan de 1.900 millones de euros de los fondos europeos no son poco para evitar que la FP pase de honorablemente significar Formación Profesional a pedorra Fiesta Privada, por mucho esfuerzo que hagan los miles de multados cada fin de semana en pisos turísticos.
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