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FEVE es cosa de gatos

24/09/2021
 Actualizado a 24/09/2021
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Ya no sé cuántas veces en esta columna ha aparecido el tren de vía estrecha, antes de Matallana y ahora de FEVE. Y lo que te rondaré morena. Supongo. Algo así como vuelta la burra al trigo.

Hace ahora diez años que salió de la estación el último tren, se supone que para volver en unos pocos años y convertido en tren-tranvía, fruto de euforia del éxito económico, revitalizado con la ampliación de su recorrido como tranvía hasta más allá de la Plaza de Toros y con dos ramales añadidos a los Hospitales y la Universidad. Un ilusionante y ambicioso proyecto, hijo de la moda de poner tranvías en las ciudades, volviendo a un método de transporte que los automóviles habían fagocitado muchos años antes.

La operación, aparte del hecho del propio tranvía, prometía varios efectos benéficos, urbanísticos muy principalmente, resultantes de reordenar el entorno de la cabecera de la línea y de hacer desaparecer el ‘muro’ infranqueable del trazado de la vía en su penetración en la ciudad.

De los vaivenes del primero, el propio tranvía, también llamado tren-tran (o más bien del tren al tran-tran, que es donde estamos ahora), la historia es más bien decepcionante.

Así, muy sucintamente: Se encargan cuatro unidades que luego se incrementan a 28, que luego se anula, anulación posteriormente confirmada por la Audiencia Nacional. Los trenes pasan a mejor gloria, unos dicen que ni se empezaron y otros que acabaron en países allende los mares a precio de saldo. Mientras corre burro, hay que generar y aprobar la normativa para su explotación, ya que no hay caso similar en España de un tren que finaliza como tranvía. Así, la normativa ha ido dando tumbos por aquí y por allá: que ya está, pero aún falta, que va a pasar al departamento correspondiente, departamento que anda por ahí escondido, para luego seguir el trámite administrativo pertinente. ¿Ha entendido algo, amigo lector? Yo tampoco.

Lo cierto es que el tren de Matallana nació como extensión del que iba de La Robla hasta Bilbao transportando carbón a los Altos Hornos de Vizcaya, sirviendo, además, para transporte de pasajeros en unas épocas en que las carreteras que comunicaban la zona eran más bien inexistentes. Hoy no se transporta carbón (de hecho ni existe), las comunicaciones por carretera son notablemente mejores y más rápidas que el propio tren, y el transporte de viajeros es más escuálido que la raspa de una sardina.

Lo he contado muchas veces, pero no me resisto a volver a contar la anécdota. En las épocas en que la gestión se llevaba desde León, en la calle Ramiro Valbuena, se presentó airado un día un ciudadano de Cistierna que, según él, usaba el trayecto a diario, quejándose de que, para acceder allí a los andenes, se había colocado un torno que lo impedía. Se le contestó que era muy sencillo, pues solamente se introducía el billete en la ranura y se entraba. Muy sorprendida, la persona dijo: «Ah, pero hay que pagar?». Juro que es cierto.

Con esta situación no me extraña que la línea sea no sólo deficitaria y ruinosa, y que no haya ni la más mínima intención de invertir nada en ella, por no decir, que el verdadero interés, sea cerrarla (si alguien se atreve), lo que a buen seguro ya habría sucedido si se tratara de una empresa privada.

En el plano urbanístico la cosa va mejor, aunque esa mejor situación tiene toda la pinta de estar siendo una distracción para, manteniendo la llama, seguir mareando la perdiz. En todo caso, además de adecentar el espacio ocupado, se han abierto las conexiones transversales a la vía (que espero duren), la salida a la calle Ramón y Cajal e incluso parece que, al fin, la calle Bilbao va terminar en un fondo de saco.

Por lo demás, la vida sigue igual que en los últimos años: unos reclamando la terminación y otros regateando más y mejor que el futbolista mejor regateador, intercambiándose los papeles según y cómo sean los tiempos.

Es duro, pero si hay algo cierto es que la línea es deficitaria, tanto, incluso más, que otras que ya nadie se acuerda de ellas, hoy cerradas. Quién se acuerda del Tren Burra de Valladolid a Medina, o la línea de la Ruta de la Plata, o la de Ariza, que han pasado a mejor vida. Y la de Matallana no es ni mejor ni diferente.

Asi que:

Unos y otros le buscan tres pies al gato.

Unos y otros buscan llevarse el gato al agua.

Y ninguno se atreve a poner el cascabel al gato.

O sea: esto es cosa de gatos.
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