13/03/2022
 Actualizado a 13/03/2022
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Como dice el anuncio, en España tenemos cuarenta y siete millones de maneras de llamar a la igualdad o a la lucha por ella. La mía, porque yo lo valgo, es ‘Féminis’, que ya era nombre de complejo multivitamínico y lo es también de potencial signo del zodíaco. Y si a algún Géminis se le ocurre objetar cualcosa, que se peine, y que deje sitio en el horoscopín para un muñeco más, o se lo digo a Rappel.

El Féminis (también elemento de agua, fuego, tierra, aire y de lo que encarte) es un movimiento que tiene espíritu aglutinador. Pero ello no es obstáculo para que le salgan brotes por germinación espontánea, como a las patatas. El más significado de esos tubérculos, llegando a contraprogramar manifas, es el de las Abolas, movimiento abolicionista de la prostitución al que puede que le germine el de las Abolas de la pornografía.

El Féminis se resiste contra el principio histórico-natural que impone el abuso del fuerte sobre quien lo es menos, porque sabe que el bien común trae más paz social que aquel principio. Se opone al flujo viciado de los siglos, su verdadero antagonista, que es tendente a la endogamia de género y está oscura y radicalmente opuesto a que ningún elemento disruptor altere su estatus. Así, por fin, Féminis ha encontrado las herramientas necesarias para abrir la lata, para horadar ese sistema enquistado. Una de esas herramientas tiene el estremecedor nombre de ‘cuotas’, con esa connotación terrorífica (y nada horoscópica) hacia lo hipotecario. Pero como el Féminis no pretende darle la vuelta a la tortilla de los privilegios sino eliminarlos para todos, algún día, más pronto que tarde, hará desaparecer esas cuotas, que el mundo avanza rápido que se mata. Todo lo cual no debería empujar al Féminis a bajar la guardia de la vigilancia, porque la corriente histórica tiene mucho poder de arrastre y es peligrosa.

Féminis, lejos de la tibieza, es conciencia y cancionero (y celebra su día de alineación de los astros a favor) el ocho de marzo. En esa fecha mujeres y hombres avanzan al ritmo de tambores de batucada con su atuendo morado, pañuelos al cuello, mascarillas a juego, caras pintadas, la combatividad festiva. Y, por supuesto, pulseras, que avispados comerciantes callejeros (defensores de lo neozodiacal) anuncian a voces: ¡la pulsera Féminis, la auténtica, barata!

Tiene trabajera la RAE para incluir en el diccionario tantos millones de sinónimos como dice el anuncio, y viendo que tardó años en decretar el cambio de significado de ‘feminismo’, vaya mi palabrita por delante. ¡Y arriba el Féminis!
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