Los personajes del tío Ful: Natichu Alvarado, riañesa

Ha saltado a todos los medios como nueva esperanza de la Cultural, por ello agradece viajar a los recuerdos de su rincón de libertad y refugio, su tierra, Riaño y Aleje

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
14/10/2023
 Actualizado a 08/02/2024
https://youtu.be/re8h-DXViIo

Pasear con la Consejera Ejecutiva de la Cultural por las calles de Riaño es hacerlo con Natichu, la riañesa de toda la vida a la que su apellido Alvarado también delata, "de los Alvarado de aquella montaña, que somos muchos", explica, a la vez que agradece una entrevista en la que no se hable de fútbol y sí de recuerdos, memoria, su tierra, el dolor de un pantano que la hizo rebelarse porque "era una adolescente y no entendía absolutamente nada de lo que querían hacer, de lo que estaban haciendo, con mi pueblo que, además, para mí era  la libertad y me la robaban". Recuerda Natichu que, además, "aquel verano era el primero que iba a pasar allí —compartía Riaño con mi otro pueblo, Aleje— y al ‘explotar’ todo, aquellos enfrentamientos tan duros, un tío mío decidió que debía regresar a Aleje, me produjo una sensación de dolor e incomprensión".   
- ¿Te rebelaste?
- A mí manera, recuerdo que a través de un concurso escolar tenía la oportunidad de escribirle cartas al Rey y al presidente del Gobierno, Felipe González, y yo les conté mi historia, mi dolor, el derribo de mi pueblo... González me contestó».
- ¿Y qué te contaba, igual está ahí la clave de aquel pantano?
- No. Me contestó y no me decía absolutamente nada.


La herida se consumó y marcó a aquella adolescente que tenía en Riaño sus recuerdos más felices, las amistades, las fiestas de los pueblos, "iba a todas...".
- ¿Fue fácil recuperarse?, hay gente que no regresó a Riaño?
- En mi familia, que es muy larga, hubo de todo. Quien regresó pronto y quien no regresó, a mí me costó mucho, no era nada fácil, no era el mismo pueblo... pero con el tiempo asimilas que hay cosas que pasan y no hay más remedio que asumirlas. En esa montaña tengo mi casa y cada vez que tengo un hueco en mi trabajo voy, descanso, desconecto... tengo la suerte que la puerta de casa da directamente al monte y pasear por él es una terapia impagable.


Y pasea por las calles, toma los vinos, charla con los amigos de siempre, poco fútbol y un nombre en el viento: Natichu.

 

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