Araceli nació en tierra de ganadería, Matallana de Torío, aunque durante décadas virara al negro del carbón. Sin embargo, ella siempre tuvo clara su pasión y su predilección por la ganadería, por todo lo relacionado con el mundo animal, su relación con la naturaleza. Es uno de esos casos de alguien que tiene muy claro lo que quiere ser, desde niña: ganadera.
Y nunca se apartó de ese camino que, a su vez, era un sueño. Por ello, cuando llegó el momento de elegir qué estudiar también lo tuvo claro: Una FP de Ganadería. Y ahí encontró su primer escollo, la primera paradoja de esta tierra. «Me llamó mucho la atención, y me produjo bastante tristeza todo hay que decirlo, que siendo León una provincia ganadera tuviera que ir a cursar este grado de Formación Profesional a Burgos, que en León no lo hay. Tan solo hay uno que pudiera ser parecido en Hospital de Órbigo, pero está enfocado hacia la jardinería y la floristería; y a mí lo que me llama es la ganadería».
"Es triste que para hacer una FP de ganadería tenga que irme de León"
Y se fue a Burgos. Acaba de haber las prácticas en el Censyra de Boñar y reconoce haber disfrutado mucho en este centro, dependiente de la Junta, en el que se conservan, estudian y cuidan las razas autóctonas de Castilla y León, entre ellas la mantequera leonesa, que vive días de esperanza. «Está nuestra mantequera, pero también otras razas autóctonas como la sayaguesa, la alistana-sanabresa o la serrana negra. Es muy interesante lo que se hace allí; yo la verdad es que disfruté mucho en las prácticas y la gente que trabaja en el Censyra me lo puso todo muy fácil».
Una experiencia que ratifica su convicción de ser ganadera, contra viento y marea pues es consciente de que no se lo ponen nada fácil. «Si no vienes de familia ganadera, como es mi caso, que ya tengas una explotación a la que sumarte, es complicado, tienes que hacer una inversión fuerte o trabajar por cuenta ajena, que es una posibilidad que también contemplo porque lo que tengo claro es que quiero ser ganadera».