Tejiendo historias

La última de La Nueva Crónica

Fulgencio Fernández y Saúl Arén
12/01/2024
 Actualizado a 12/01/2024
SAÚL ARÉN
SAÚL ARÉN

Es increíble la cantidad de hechos extraordinarios que son capaces de tejer las mujeres de esta tierra. Unirlas sobrepasaría la capacidad de sorprenderte y la de fascinación que provocarían muchas de ellas, muchísimas.
Todo ello, sin necesidad de sumar la gran obra, ya hecha por muchas de ellas, de reconstruir una provincia que les habían entregado más rota que un caballo de cartón en una familia numerosa. Tal vez por ello, después de aquella hazaña a estas mujeres les parezca una menudencia cualquier tarea que emprendan, por más que para otros muchos sería inabordable. 

No se nos olvide que el hoy admirado filandón y todas sus variantes (hila, hilorio, filorio...) era fundamentalmente femenino, salvo excepciones mínimas, pues para los paisanos el punto de reunión era la tasca. 

Y en la taberna no se cosía, se jugaba la partida o se hablaba y cantaba a palo seco, sin más;mientras en la hila ellas también mataban el tiempo hablando con una mano pero con la otra hilaban, cosían, remendaban o mazaban la leche para que no faltara la manteca e, incluso, se pudieran hacer unas roscas u otros dulces típicos, en los que eran unas verdaderas maestras pues a la obra de una se sumaban los saberes compartidos de muchas. 

La Navidad lo ha vuelto a demostrar. En los decorados comunales, los bellas y populares, originales y generosos en el esfuerzo, abundaba la mano femenina. Tal vez el mayor ejemplo sea esa ciudad de lana tejida casa a casa, sueño a sueño, metro a metro, hasta crear la ciudad más cálida y humana, en Villoria de Órbigo, donde cada año crecen los edificios tanto como la entrega de sus paisanas. 
Mira y admira. 

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