Si doña Angelita lo viera

Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
13/06/2024
 Actualizado a 13/06/2024
| MAURICIO PEÑA
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Ya hace casi un siglo que una de esas leonesas increíbles y ejemplares, a la que llamaban doña Angelita, inventó y patentó un artefacto al que ahora han dado en reconocer como el precursor del libro electrónico.
Y, viendo el invento, lo era. Pero también es muy interesante conocer los argumentos de Ángela Ruiz Robles, nacida en Villamanín y maestra en Gordón, para poner a funcionar su privilegiada cabeza y desembocar en aquel invento que quisieron comprar varios países pero ella se negó a que saliera de su país, por más que aquí le hicieran menos caso que la Real Academia a Belén Esteban. Argumentaba doña Angelita para inventar esa maleta –que llevaba en su interior todos los libros que los chavales necesitaban en las escuela– que no podían ir unos niños cada día a clase cargados de un peso ilógico y casi inhumano para un niño de corta edad.
Ha pasado casi un siglo y seguimos en las mismas, no hay más que ver cada mañana a los escolares arrastrando sus mochilas como buenamente pueden –lo más que han hecho por ellos es ponerles ruedas– camino de sus colegios. Como si no hubiera pasado un siglo desde que la inventora leonesa se apiadara de ellos.
No extraña por ello que nada más que pueden decidan colgar sus mochilas donde sea y librarse de esa carga que más bien parece castigo. 

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