Quedamos 4 gatos (bueno, 3)

La última de La Nueva Crónica

Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
10/01/2024
 Actualizado a 10/01/2024
MAURICIO PEÑA
MAURICIO PEÑA

El mundo rural es rico en expresiones y también en tópicos. Cuando el verano se hace otoño, cuando la Navidad agosta sus árboles con bolas de plástico, cuando los bares vuelven a estar casi vacíos cada noche y hay que llamar a alguien a casa para completar los cuatro necesarios para echar un tute ‘como dios manda’... entonces nunca falta quien repita una de estas dos expresiones: «Ya solo quedamos los pardales» o «no quedamos más que cuatro gatos». 

Y, curiosamente, la descrita es una situación privilegiada pues significa que, aunque a duras penas, hay cuatro aptos para jugar la partida y, sobre todo, que hay un bar abierto, que no es moco de pavo con los tiempos que corren.
La noticia más feliz que recogen los periódicos en los últimos tiempos es que se reabre el bar de un pueblo. La más triste es que cierra el único bar que quedaba abierto. La noticia más repetida es una queja sobre cómo acosan a estos negocios aquellos que se llenan la boca hablando de su preocupación por la que se ha convertido en una horrible expresión: «La España Vaciada», la gran respuesta/disculpa para no hacer nada; es decir, traducido al castellano antiguo: «Muérase usted de asco y frío, que yo tengo sueldo y calefacción».

Y la siguiente viñeta de la secuencia es la de la imagen, la de hacer realidad la expresión de los cuatro gatos, en la que la precariedad de los tiempos es tan evidente que ya ni cuatro, solamente son tres. Y para seguir. 
 

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