La cosa de la despoblación que sufrimos nos lleva, a veces, a la paradoja. Os lo cuento, que ponéis cara de no creerme.
En el pueblo, que quedamos cuatro gatos, el médico ya va poco, el cura ni va nos manda a un cocinero que haga las veces, la tienda cerró, por los bares tiramos, es verdad, pero a base de sacrificarse...; pero la joya de la corona es el cuartel de la guardia civil, que es el más moderno de toda la provincia y la contorna.
Mirad si será moderno que nos lo hicieron dos veces, por las modas ¿Os acordáis de Roldán? Pues se sumó a las modas de la época: el café, descafeinado; el yogur, desnatado; la Coca Cola, baja en calorías... pues el tal Roldán nos hizo el primer cuartel con las paredes bajas en cemento y se caía. Pues no lo hicieron otra vez y bien contentos que estamos, se lo enseñamos a los veraneantes y todo.
Pero nos ocurre que tocamos exactamente a siete vecinos por guardia civil; si quitamos a los mayores de ochenta años se queda en 4,5 vecinos por cada agente... y así, pues claro, que no damos la ratio mínima de delincuencia para mantenerlo abierto, nuevo de paquete como lo tenemos. Y en los concejos pues pasa como en ‘Amanece que no es poco’, que nos dice el presidente: «¿Quién se apunta para delincuente? Son muy necesarios, o sube la delincuencia o nos cierran el cuartel».
Ycomo nadie se apunta, además del peligro que corremos, nos riñe: «Para clientes del bar sobran aspirantes... digo yo que habrá que repartirse».
Obligados a delinquir
La última de La Nueva Crónica
19/12/2025
Actualizado a
19/12/2025
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