El inclasificable Escobar de Matallana –aunque afirmaba no saber dónde había nacido– siempre tenía frases contundentes para explicar cualquier tipo de situación.
Aquel paisano de sombrero y enorme bigote a la sombra de sus alas había sido luchador, minero, pellejero, taxista, gochero, tratante de ganado, carnicero, talabartero, abarrotero, criador de pavos guardianes, gerente de un huerto de cachibaches, telarero o carpintero, también caminante con un saco a cuestas en el que llevaba una pata de cecina, una botella de vino y algo de orujo hasta llegar al río en el que se bañaba todos los días del año...
A este paisano capaz de llevar calcetines de lana de verdad con casi 40 grados, nunca le faltaba una frase contundente sin que se la pidieras: «Llevo toda la vida matando tontos y me muero de viejo sin acabarlos»; «en este país la seriedad la comió el gocho y no la vomita»; «mientras no se invente una máquina que haga chorizos y si salen malos le das la vuelta ‘p’atrás’ y sale otra vez el gocho... no hemos inventado nada, pijadas, la rueda, la lavadora... nada».
Escobar llevaba siempre dos enormes cintos, por encima del pantalón, en una imagen parecida a la de la foto, y cuando le preguntabas el motivo afirmaba todo serio: «Partí por el eje».
Pues eso. Para no partir por el eje. Doctrina Escobar.
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