Con excepciones como aquel de Oviedo que se llamaba ‘Misa de 12’ y le daba una salida a los paisanos de la Vetusta para las mañanas del domingo, los bares suelen dar muchos datos en su nombre o apellidos, del tipo del rey del no sé qué, tapas variadas, los mejores callos, el templo del cocido...
En otros el nombre ya lo dice todo o, cuando menos, dan muchas pistas: Patatas Blas, La Mejillonera, El Besugo, La Gitana, La Mazmorra, Genarín... Pero los hay, los hubo, que en dos palabras, o tres, y una ventana o una rejilla son una tesis doctoral: Bar el Mini-Bar, ¿qué más quieres que te diga del recordado pequeño bar, una especie de pequeño patatas Blas en el Húmedo? Ver la rejilla que va a limpiar ya te hace entender que allí se freían muchas patatas, muchas, también allí se pegaban los cigarros al techo.