Nada me extraña cuando los chavales (hay excepciones, coño claro) maldicen las matemáticas con esa afición de darle salida exacta a conflictos que probablemente no tienen solución. Y hasta será bueno que así sea, salvo para los matemáticos que están convencidos de que el cuadrado de 13 es 169.
Y ya no me quiero meter con las derivadas o los números primos gemelos porque os tiráis por la ventana y no creo que sea ésa la finalidad de una página como esta del rincón de salida del periódico, más bien todo lo contrario.
Viene a cuento este preludio matemático a que lo primero que me viene a la cabeza al ver esta imagen de nuestro fotero (F. Otero) es viajar a las ciencias matemáticas y sacar el mínimo común múltiplo o máximo común divisor de estos cuatro mozalbetes, a la vista de lo que se ve y se intuye.
¿Qué les une? ¿cómo maridas, ahora que manda la gastronomía en todo, unos zapatos de tacón de aguja con unas zapatillas de cuadros de felpa con madreñas? ¿se había visto alguna vez en la historia de la ruralidad unas madreñas con pantalón corto? ¿no habíamos dado por bueno que el salto de los rapaces de los chanclos a las madreñas iba parejo con el salto del pantalón corto al largo? ¿no se da cuenta esa rapaza del tacón de aguja que si van a la discoteca a su colega de las madreñas no le dejan entrar?
¿O es lo que pretende? Si hay estrategia detrás ¡vivan las matemáticas!