‘Implados’ de malos gases

La última de La Nueva Crónica

04/12/2025
 Actualizado a 04/12/2025
| SAÚL ARÉN
| SAÚL ARÉN

Ala hora de valorar los privilegios de los que cada día nos podemos a asomar a algún púlpito, a contar u opinar desde aquí o desde allá, no es cosa menor (Mariano dixit) el de poder echar tus demonios fuera cada vez que sientas la necesidad, que anda que no murió gente ‘implada’ de ir acumulando los gases del mal humor sin poder sacarlos.

Que ése es el misterio de lo que llaman las redes sociales, que los implados pueden expulsar sus gases. Lo que ocurre es que como casi siempre lo que queremos echar es la mala leche que acumulamos al final aquello se convierte en un basurero de insufrible hedor a frustración.

Antes estaban las cartas al director, tan educadas porque había que dar el nombre y el carnet; las frases en la tapia –«y si te vuelvo a ver pintar un corazón de tiza en la pared...»– o los consejos en los azulejos y pizarras de los bares: «En este local no se prohibe cantar... pero tiene muy mala acústica», decía un lema de una vieja tasca asturiana al lado de un advertencia pensada para turistas: «La sidra chisca».

No faltan las cafeterías con su conseja diaria o semanal. Y si, de paso, sirve para invitarte a meterte entre pecho y espalda uno de esos desayunos que te llenan la bandoga para todo el día... miel sobre hojuelas. 
 

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