Vitines, el titular del bombo en todos los pasacalles, procesiones y bailes de corral, es un fanático de los conciertos de música clásica, especialmente de las orquestas sinfónicas. Siempre invita a alguien para que le acompañe y cuando interpretan alguna pieza que requiere un final con un sutil toque de platillos o de bombo, cuando éste se produce, mira por encima del hombro al compañero y musita:«Lo que hacemos los de la percusión y la partitura... ahí donde lo ves, siete años de conservatorio para este segundo de gloria».
Poco a poco fue sembrando admiraciones ‘Vitines el de la partitura’ y cuando camina orgulloso en alguno de sus pasacalles nunca falta alguno de los que un día le acompañó al auditorio que le grita emocionado desde la orilla: «¡Ahí tú Vitines, lo que hacéis los de la partitura y la percusión!».
– Siete años de Conservatorio; responde él sin inmutarse, aunque sí se marca un redoble.
Nadie sabe lo que le debemos a los del bombo, no solo a los de las Sinfónicas, sobre todo a aquellos que le han puesto tantas mañanas o tantas noches de alegría a días que venían grises.
No en vano cuando en una romería la orquestapregunta el clásico «¿qué tocamos ahora?», nunca falta quien responda con una frase que se ha convertido en lema: «La misma, pero más cargada de bombo». Ome coño, claro.
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