Decía el artista Peña en una reciente entrevista –en un hueco entre los mil homenajes– que «las fotografías también se leen».
Y en su despedida –buenos vientos compañero– lo demuestra, aquí nos deja una editorial escrita en foto que bien podría ser un testamento de aquellas sombras que le acechaban en las esquinas de la vida después de medio siglo luchando por dignificar la noble profesión de fotógrafo de prensa, lo que ahora llaman fotoperiodista y en las redacciones siempre fueron ‘los foteros’.
Toda una vida luchando por demostrar que el secreto es el ojo, nunca la cámara, y lo demostró. Cada día. Cada foto.
Toda una vida luchando para que cada mochuelo a su olivo, el plumilla a escribir, el fotero a retratar y la vida a ser contada... y después de ganar la batalla se la perdieron a traición. Todo el mundo colgó de su móvil la tarjeta de fotógrafo, todo gabinete de prensa insiste en ofrecer que «ya te mandamos la foto» (o lo que sea), delante de cada noticia hay 100 móviles que ‘se la suda’ la luz, el enfoque... la calidad.
Y en la esquina inferior de la editorial escrita en foto se asoma quien coge el testigo del artista Mauri, el niño Saolín, a quien con esta foto dice una frase muy de semana santa: «En tus manos encomiendo mi espíritu».
‘Salute’ compañero. El Papá se fue al saber que no le harías la foto.