Dúo de voz y acordeón

Fulgencio Fernández y Saúl Arén
23/05/2025
 Actualizado a 23/05/2025
| SAÚL ARÉN
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Lo que todos buscamos es la magia de lo sobrenatural, en el sentido de más allá de lo natural, de lo real (que no están los tiempos para adorar a las gentes que salen en los telediarios y ya ni te cuento en la familia de la tele, qué asco, con perdón). 
Y uno de los lugares donde se supone, y con motivos, que vive la magia, lo irreal y hasta lo sobrenatural, lo que hace mucho más entendible la cantidad de gente que camina hacia Compostela. Incluso que regresa de allí, que eran los que seducían al pintor del Camino, Sendo el de San Justo.
Jesús Torbado, el autor de una obra maestra sobre este fenómeno (El peregrino), siempre contaba que su pasión por los mundos mágicos nació, siendo niño en Sahagún, leyendo las vidas de los santos que había en la biblioteca de la escuela, en las que a un paisano le echaban una vasija de aceite hirviendo decía con toda la tranqulidad del mundo: «Alabado sea el señor que me envía esta prueba». ¡Cómo para no hacerle santo!
El siguiente paso de Jesús (Torbado) ya fue la historia de un peregrino, Martin de Châtillon, un porquero que desde la abadía de Marmoutier recorre un camino lleno de gente que si le echan aceite hirviendo ‘no gute’.
Como para extrañarse de que un peregrino haga un dúo de acordeón y voz con una escultura. Y no os imagináis cómo canta el peregrino.

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