Creo que es el Caballo Rojo el bar que anuncia que «se alquilan borrachos para fiestas», y sin cachondeos, que aclaran que son «gente seria». (Para más datos consulten al director, que trasiega garitos urbanos y fue el que me lo contó).
Se montó algo de tremolina cuando se supo del anuncio. Nada nuevo, que llevamos una larga temporada que somos muy partidarios de ofendernos y no nos avenimos a razones ni pa Dios (lo digo porque hasta el señor obispo se queja de los cofrades, que ya tiene tela la turba que serán).
Al grano, decía lo del alquiler de borrachos porque en varios bares de la montaña –parece ser que los que recorre un repartidor cachondo– han colocado unos anuncios, tal vez a semejanza de los del Caballo Rojo (tenía que ser rojo, así se montó la tremolina), que dicen: «Se necesita gente normal para clientes, se invita a la primera ronda si vienen en grupo». Y avisa, «se recogen curriculums».
– ¿Puedo ver los que tienes?
– Sin problema. El problema es que no tengo ninguno.
Y es que esta vida requiere, pide, escenas de normalidad, alguien paseando a sus perros, desnudos o vestidos, un muñeco en el suelo, un pobre en la esquina... ¿Qué comen mejor los perros que el pobre?
Es que eso es lo normal. Y después nos extrañamos de un cartel.
Lo más leído