Repiten en el Musac y los teóricos del arte en general, sobre todo cuando ven que el visitante no acaba de entender la obra, que una de las misiones del arte contemporáneo es «provocar, sembrar dudas, desatar preguntas, reflexionar sobre lo que se ve».
O sobre el discurso que después te cuenta el comisario.
Todas las ideas apuntadas son válidas para la fotografía, para el cuadro que la primera pregunta que desata es si va camino de la basura o emerge de ella, ¿también se hunde el arte en la basura que nos rodea o es capaz de sobrevolarla y proponernos otros mundos más puros?
¿Y cómo ha llegado la obra hasta ahí, hasta el abandono? ¿Se rompió la magia entre pintor y pintada y despechado el artista la dejó despiadado en la basura? ¿Tiene tan idealizada a la modelo que siente que nunca alcanza a reflejar en el lienzo los dones, belleza y bondades que de ella soñó? ¿Es la retratada quien se decepcionó al no ver reflejada en la obra todas las virtudes que la adornan?
Añade tú mismo la reflexión que te provoca.
Solo estoy seguro de una cosa. La realidad no se ajusta a ninguna de las conjeturas apuntadas.
La realidad es la única que siempre sorprende.