Y el guaje preguntó aquello de «papá, ¿por qué somos del Atleti?» y solo con ello apeló al orgullo de serlo, llenó el saco de las cosas que no necesitan explicación o, en el peor de los casos, no la tienen.
Los más fervientes leoneses son los que viven lejos, a nada que te descuides en sus cenas en los diferentes exilios se arrancan con la canción que bien podría ser el himno paralelo y menos rimbombante de esta tierra: «Todos somos de León, contentos de ser de aquí, paso la vida llorando...».
Lo de contentos de ser de aquí es como lo del Atleti, no lo razones o te metes en un jardín. Igual te ocurre aquello que repite el ya centenario padre Martino, «ten cuidado en echar a moler el molino de la lógica porque seguramente te acabe moliendo a ti».
Y es que nada hicimos por ser de aquí, ni siquiera por estar contentos pero... cabe recordar a aquel joven país que cuando se puso a redactar su necesaria Constitución se encontró con un complicado primer capítulo: «¿Quién son los naturales del país?».
Un mes llevaban enfrascados los padres de aquella patria en el debate cuando uno preguntó: «¿Todos los países tienen un primer capítulo que define quiénes son habitantes del país?». Y ante la respuesta de que «por supuesto» ofreció la solución: «Pues son de aquí todos los que no lo son de ningún otro país». Y cantaron el «contentos de ser de aquí».
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