No se les puede negar la obediencia debida. Impecable comportamiento. Han visto el cartel de ‘Asientos reservados para personas caracterizadas’ y han procedido a hacer caso a las instrucciones del acto y se han caracterizado de lo que son, adolescentes (tal vez jóvenes, no quisiera ofender) vestidas para la ocasión, pero con el elemento más característico de su tiempo y edad: el móvil; ese teléfono que menos para llamar sirve para casi todo y es el mayor azote de presuntos eruditos, que hacen una cita de Cicerón y el chaval cacharrea por su teléfono y le saca los colores porque fue Demóstenes quien realmente lo había dicho.
Pero vuelvo al carril del móvil porque realmente tengo sobre él menos criterio que Belén Esteban para cualquier cosa que sea necesario entenderla. El día que mis hijos iban en el coche y en vez de hablar se mandaban mensajes y reían felices prometí que les tiraba los móviles al pilón, sin remisión.
Pero esos mismos chavales, en un invierno largo y de nieve, solos en el pueblo se conectaban a un juego en el que participaban con tres amigos de lugares diferentes, que también vivían solos, aislados como ellos, y reían felices cuando ganaban una partida... Fue inevitable pensar: «Si les llego a tirar el móvil».
Por eso que dices aquello de «uno nunca sabe».