Tío Elías (en Prioro, su pueblo, el reconocimiento de tío es el mayor honor que contempla el común)dedicó los últimos años de su vida, ya con los noventa años superados, a colocar por el casco urbano y los caminos y montes cercanos los nombres de todo aquello que tuvo nombre y corría peligro de caer en el olvido o esos lugares que forman parte de la vida comunal, del toril al museo o la pradera del corro de luches, que así lo dicen en la cuna del Cea.
Así quedaron perpetuados en madera los nombres de fuentes, montes, caminos, bosques o árboles; nombres viejos, bellos y llenos de resonancias: del chorco de los lobos al corral, enigmas con nombre que animaba a descubrir: Repenedo, La Mansa, el Valle de San Pelayo, El Amanadero, Paso a las Socabadas, el sestil del Cásparo, la Fuente de la Ortiga, el Roblón de Valdelarcos, el Puerto de Mental o la Boyería del Codijal... que antes de que pusieras cara de extrañeza por la posible falta de ortografía te decía con media sonrisa: «Boyería se escribe con y griega porque es lugar de bueyes no de bollos».
Porque con la muerte de Tío Elías no solo se perdió la posibilidad de nuevos carteles, se perdió, sobre todo, su forma de contarlos, de hablar, de decir, de recordar... porque detrás de todo cartel artesanal sobre madera hay una invitación a conocer una historia. No lo dudes.