Uno de los hechos más relevantes para el buen rollo de la vida, de llevarla con humor, fue cuando Gila quedó mal fusilado en el Viso de los Pedroches y cuando marchó el pelotón de fusilamiento se levantó, se compró una camisa roja y un teléfono negro y se dedicó a contarlo a su manera, que era la más genial del pasado siglo XX.
Uno de sus pasajes más famosos es cuando trabajó de detective para Scotland Yard con la casi imposible misión de detener al terrible Jack El Destripador. Y os parecerá raro con la mala prensa que tenían los espías españoles de entonces pero Gila lo detuvo con imaginación, a base de indirectas, por raro que parezca: «Como a mí no me gusta la violencia le detuve con indirectas. Lo cruzaba por el pasillo y decía ‘¿alguien ha matado a alguien?, no me gusta señalar pero; después lo encontraba en el baño y decía ‘¿’alguien es un asesino?’... y se ponía colorao como un tomate, hasta que dijo ‘no puedo más, me rindo, he sido yo».
Y parece una tontería, a la vista de Villarejo y toda esa maturranga, lo de Gila sigue sin superarse y tiene más seguidores de los que parece.
¿Qué pretenden esos que entran al bar y dicen en alto ‘buenos días a todos menos a uno’?
¿Qué busca el paisano que dice en el Concejo ‘a ver si acabamos pronto que a mi no me gusta señalar, pero si hay que sacar la mano del bolso la saco y apunto’?
Me gustaría ver la cara que pone el que abra el cajón del cartel... no hace falta ni que estés atento, cuando escuches un cajón que se abre y se cierra al segundo con un golpe seco tendrás claro quién responde a la reflexión del agente de Scotland Yard ‘¿alguien me anda mirando los cajones’.
Las rimas déjalas para otro día.