pedro-lechuga-mallo2.jpg

Ética y legalidad

06/09/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Guardar
Los meses estivales siempre invitan a una relajación corporal y neuronal, que permite que nuestro cuerpo y mente hagan un reseteo más que saludable para recuperarnos de los meses pasados y prepararnos para los futuros. Pero este verano tan enredado ni los periodistas hemos podido relajar un poco la pluma y desconectar del mundanal ruido. Y lo que es peor, la dictadura de la actualidad nos ha obligado a filosofar y perdernos en un laberinto de axiomas y teoremas mientras divagamos si la sociedad en la que vivimos debe regirse sólo bajo el mandamiento de la legalidad o también apoyada en la ética.

¿Es suficiente que nuestras acciones sean legales sin preocuparnos que éstas quizás carezcan de ética? ¿Existen conductas que sí son éticas pero que quizás bordeen la legalidad? ¿Se debe exigir a las personas que ejercen algún cargo público que además de no incumplir la ley siempre actúen éticamente o es suficiente con que cumplan escrupulosamente la legalidad? En definitiva, ¿en qué sociedad queremos vivir? ¿En una comunidad donde el único libro sagrado sea el Código Penal o en otra donde por ejemplo la ética y la moral también tengan su hueco?

Es innegociable que cualquier sociedad que quiera sobrevivir debe regirse por unas leyes que defiendan al débil y castiguen a aquellos individuos que ataquen la libertad de los demás o que actúen conscientemente en contra del bien común. Los derechos que tenemos cada persona como un yo individual deben ser defendidos por unas directrices, más o menos entendibles por el populacho según el caso, que posteriormente sirvan de apoyo para que los jueces puedan dictaminar la sentencia más justa. El problema lo tenemos cuando sólo nos preocupamos por no incumplir la ley y enterramos la moral y la ética. Además, nos guste o no la ley no es perfecta y es muy limitada, porque no puede recoger cada uno de los casos ante los que se puede enfrentar un juez cuando tiene que decidir si una acción concreta es legal o no. Y ahí es cuando aparecen los abogados de colmillo afilado y aprovechan ciertos recovecos legales para conseguir que personas que han cumplido un delito salgan por la puerta grande de los juzgados riéndose de Temis, la diosa de la justicia.

Por esta razón y del mismo modo considero innegociable que una sociedad sana debe apoyarse también en la moral y la ética. Es más, si nuestras conductas fueran más morales y éticas no llegaríamos a incumplir la ley con tanta facilidad. Pero es más cómodo tener que responder sólo ante un señor con toga negra que ante nosotros mismos y ante el resto de individuos que conforman nuestra comunidad. Es triste, pero con el paso de los años vamos bajando la intensidad de la alarma que tenemos en nuestra conciencia y que nos avisa cuando estamos haciendo algo que no es ético ni moral, mientras vamos dando más potencia al avisador de la legalidad. Y así hasta llegar al razonamiento de que no hago o digo algo exclusivamente porque es ilegal, sin darnos cuenta que hasta llegar a la meta de la ilegalidad hemos dejado atrás un rastro pestilente de inmoralidad y de falta de ética. Pero eso no nos preocupa, nos hemos autoengañado y convencido de que una persona si se rige por la ética y por la moral no conseguirá sobrevivir en nuestra sociedad actual, por lo que cuando escuchamos hablar de Sócrates, para nosotros ya no es el padre de la ética, sino un mítico jugador de la selección brasileña de fútbol.

Es paradójico, pero cuando se educa a los niños la legalidad queda a un lado y la mayoría de las lecciones de vida que los padres regalamos a nuestros hijos tienen que ver con la ética y la moral como por ejemplo: debes ayudar a las personas que lo necesitan, hay que respetar a las personas mayores, es bueno el compartir y el perdonar, no debes juzgar a la gente por su apariencia física… y así una serie de principios que son éticos y morales, pero que si no los cumplimos no nos acarrearán un castigo legal. ¿Y entonces por qué si intentamos educar en la ética y en la moralidad luego en nuestra vida adulta sólo nos preocupa cumplir la legalidad y la ética y la moral se convierten en indeseables compañeros de viaje?

Soy de los que opino que la vida de todas las personas debe fundamentarse en el cumplimiento de la ley, pero también siempre bajo unos principios éticos y morales irrenunciables. Y esta exigencia debe ser todavía más severa en aquellos que ocupan cargos de responsabilidad, ya sea en instituciones públicas como privadas. Porque al igual que la mujer del César además de serlo tiene que parecerlo, ellos además de ser legales tienen que ser éticos y morales.
Lo más leído