El 25 de febrero de 1983, con la aprobación del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, se llevó a cabo un manifiesto atropello contra la voluntad popular y contra la propia Historia de España al constituirse la única comunidad autónoma birregional del territorio nacional. Se nos negó el derecho a un referéndum para decidir si queríamos o no unirnos a Castilla, vulnerando así el principio democrático más básico: el de la libre elección de los pueblos sobre su propio destino.
Con la excusa de crear un antagonista potente contra el emergente proceso nacionalista de otras regiones históricas, los grandes partidos nacionales cometieron la osadía de crear una comunidad autónoma con territorios heterogéneos, historia poco compartida y distintas idiosincrasias.
Aparte de ser una arbitrariedad histórica, el experimento territorial ha resultado fallido. Lejos de conseguir la supuesta cohesión, las provincias del oeste de la comunidad, León, Zamora y Salamanca, han salido ostensiblemente perjudicadas, con una gran merma demográfica, descenso en la población activa, envejecimiento y pérdida de poder adquisitivo con respecto a la media del resto de provincias.
Centrándonos en el caso de León, el descenso de población se cifra en, prácticamente, 90.000 habitantes desde 1983, con un PIB per cápita de 28.700 euros, frente a los 33.100 de la media autonómica. La tasa de actividad es la segunda más baja de España, con un 49,75 % y descendiendo año a año. La provincia de León está a la cabeza en número de jubilados en la comunidad, con 140.000, mientras el número de cotizantes está en unos 160.000.
Un reciente estudio de Eurostat revela que nos aguarda un horizonte inquietante, con una perspectiva de sólo 300.000 habitantes para el año 2050 y con una media de edad superior a los 60 años. Nos extinguimos. Castilla y León es hoy la tercera región más grande de Europa, después de las Laponias finlandesa y sueca, y como ellas, nos hemos quedado desiertos, despoblados y congelados en cuanto a inversiones. Además, una región tan extensa es inoperativa y, en la práctica, ingobernable.
Las grandes regiones europeas tienden a fragmentarse o a organizarse en entidades más pequeñas y cohesionadas, porque sólo así pueden gestionar con eficacia sus recursos y atender a su población.
La respuesta a nivel político es absolutamente nula. Abandonados por el poder autonómico e ignorados por el Gobierno Central, que sólo hace apuesta por el litoral peninsular y los grandes nodos logísticos industriales consolidados, parecemos abocados solamente al expolio indiscriminado de nuestros recursos naturales en forma de viento para mover aerogeneradores, sol para la obtención de energía fotovoltaica, y agua para esa energía eléctrica que generamos a raudales pero que ni gestionamos ni aprovechamos en nuestro territorio, o para esos regadíos canales abajo, lejos de nuestra tierra. Parecemos no importar y contar solamente para la clase política cuando se acercan las elecciones, cuando llega la renovación de esa confianza que, desde luego, se empeñan cada vez más en no merecer.
Si desde la política no se hace nada, también creemos que desde la sociedad civil tampoco hemos hecho muchos méritos. Parece el leonés un pueblo resignado, conforme con su suerte, por más que ésta no sea sino su propia desaparición.
Es por eso que dos asociaciones, Conceyu País Leonés y Unidad Leonesa, han decidido dar un paso adelante y, lejos de personalismos y protagonismos, aunar sus fuerzas en una nueva iniciativa: ‘S.O.S León, por la Autonomía’. Pretende ser este un movimiento dinámico y reivindicativo que intente sacudir a la sociedad leonesa, probablemente aletargada, pero también defraudada por su clase política tras tantos años de promesas incumplidas, tras tantos años de declive sin freno y sordera institucional.
La obtención de la autonomía, siendo ésta un fin histórico inalienable y basado en la ignorada voluntad popular, sería también un medio para conseguir la justa financiación de nuestro territorio. Hablando de la Provincia de León, la Junta le viene hurtando una cantidad aproximada de 800 millones de euros anuales. Tras los anuncios triunfalistas de inversiones récord año tras año se esconde la realidad de la falta de financiación. En el año 2025 se han consignado para la provincia unos 1.500 millones de euros, cuando por población estimada le corresponderían unos 2.800. Según la Ley de Financiación Autonómica de 2009, ésa sería la cantidad recibida directamente por la Provincia de León en caso de constituirse como autonomía uniprovincial.
Sólo hay que mirar a La Rioja o Cantabria, escapadas de la ‘quema’ de esta comunidad aberrante, para darse cuenta de que son modelos de éxito. Ambas han incrementado población y el PIB per cápita de La Rioja supera la media nacional, creciendo también el cántabro a mayor ritmo que la media para situarse en la misma previsiblemente en 2026.
‘S.O.S León por su Autonomía’ tiene una hoja de ruta y, aunque es un movimiento asociativo surgido en la Provincia de León, no cierra, ni mucho menos, a las provincias de Zamora y Salamanca las puertas en este proceso autonómico. Entiende, no obstante, que han de darse las condiciones de apoyo social y político para la incorporación de estas provincias a la nueva comunidad autónoma, la decimoctava del panorama nacional.
Desde ‘S.O.S. León por la Autonomía’ llevaremos a cabo movilizaciones y actividades conducentes a crear conciencia de la necesidad de esta autonomía como solución al prolongado declive de nuestra tierra y como respuesta histórica al legítimo anhelo de un pueblo al que le fue robado su destino.
Entendemos que sólo desde una profunda conciencia colectiva como pueblo y desde la asunción de la imperiosa necesidad de soluciones es como llegaremos a cambiar el mapa político. Desde la unidad de acción, desde el mutuo apoyo entre todos los que albergamos este mismo sentimiento, lejos, ya queda dicho, de personalismos y egos. La causa merece un esfuerzo común.
Y a todos aquellos que piensan que León no necesita más políticos ni movimientos reivindicativos, sino soluciones, que reflexionen sobre lo sucedido hasta ahora, que mediten sobre cuántas veces han oído cantos de sirena de inversiones, proyectos y promesas que han quedado en nada. También que recuerden de dónde venimos, no sólo de nuestra gloriosa Historia, sino también de haber sido cantera, mina, reserva hidrográfica, mano de obra emigrante, cerebro en ciencia y literatura, vergel y potencia agrícola y números uno en ganadería. Y que luego valoren el pago obtenido: abandono.
Vamos aún a tiempo de resurgir, de revolvernos, de marcar nuestro propio camino. También de resolver esa deuda histórica y ese grave déficit democrático provocado al ignorar nuestra voluntad en 1983. Pero no podrá ser desde la indiferencia y la desidia. Tendremos que trabajar, y mucho. En ‘S.O.S León’ ya hemos empezado. Os esperamos.