Cada 4 de diciembre, la festividad de Santa Bárbara reúne a las comunidades mineras de toda España en un ejercicio de memoria compartida. Es un día para honrar a quienes han dedicado su vida a una actividad esencial para el desarrollo del país y, al mismo tiempo, para reflexionar sobre el papel que la minería desempeña hoy. En plena transición energética, cuando Europa demanda más materias primas críticas y estratégicas, el sector minero vuelve al centro del debate público. Y lo hace desde un enfoque renovado: más cercano, más transparente y más atento a las expectativas de las sociedades y territorios en los que opera.
En este contexto cobra protagonismo un concepto que está redefiniendo el futuro de la actividad extractiva: la Licencia Social para Operar. Se trata del nivel de aceptación y confianza que la sociedad concede a un proyecto. Hoy ya no basta con cumplir la normativa ambiental o demostrar la viabilidad técnica: la ciudadanía exige información clara, participación real y garantías sólidas sobre el impacto en el entorno, en el empleo y en la calidad de vida. Sin esa confianza, cualquier proyecto nace debilitado; con ella, puede convertirse en una oportunidad de desarrollo compartido. Y precisamente en esta evolución, el Clúster Nacional para la Minería Sostenible (ISMC), con sedes en León y Sevilla, está desempeñando un papel decisivo para impulsar una minería moderna e innovadora alineada con estas nuevas demandas sociales.
En territorios donde la minería forma parte de la identidad colectiva, la festividad de Santa Bárbara recuerda que esta actividad no es solo industria: es memoria, cultura y arraigo. Pero esa tradición convive hoy con una sociedad más exigente y participativa. Por eso, el sector minero se orienta cada vez más hacia modelos basados en el diálogo, la escucha activa y la transparencia, tres pilares que se han convertido en elementos centrales del trabajo que desarrolla el ISMC junto a empresas, universidades, centros tecnológicos y administraciones.
Como señala su director general, Santiago Cuesta López, "la minería moderna no puede funcionar sin confianza. Las comunidades deben sentir que forman parte del proceso. Escuchar, dialogar y actuar con transparencia ya no es opcional: es la base de cualquier proyecto con futuro".
ISMC: un puente entre ciencia, empresa, instituciones y ciudadanía
El clúster reúne a más de 100 socios con un objetivo común: impulsar un modelo de minería responsable, innovadora y socialmente aceptada, capaz de contribuir tanto al desarrollo territorial como a la autonomía estratégica de Europa.
Una parte esencial de su labor consiste en abordar la aceptación social desde un enfoque científico y participativo. A través de proyectos europeos como RM SLO PLUS Hub, financiado por el Instituto Europeo de Materias Primas (EIT Raw Materials), el ISMC desarrolla herramientas para evaluar el impacto social de los proyectos, complementando los estudios ambientales tradicionales. También impulsa espacios de diálogo con agentes locales, iniciativas formativas para acercar la minería moderna a la sociedad y mecanismos de transparencia basados en datos verificables. Todo ello parte de una premisa clara: la minería solo puede avanzar si se integra de forma constructiva en el territorio.
Europa mira a las regiones: una oportunidad compartida
La creciente necesidad de materiales para sostener el desarrollo tecnológico y climático europeo está redefiniendo el papel de la minería y abriendo nuevas oportunidades para los territorios con tradición extractiva. Y en este escenario, las regiones mineras del noroeste español representan una oportunidad relevante por su experiencia, su conocimiento experto y su capacidad para liderar modelos de minería sostenible.
ISMC trabaja precisamente para demostrar que una minería competitiva, tecnológicamente avanzada y respetuosa con el entorno no solo es posible, sino necesaria: una minería capaz de generar empleo local, atraer inversión y reforzar la autonomía industrial europea.
Esta visión fue defendida recientemente por Cuesta López en un diálogo de alto nivel en la Comisión Europea, donde subrayó que "las regiones mineras deben ser escuchadas. Ninguna estrategia europea tendrá éxito si no se construye desde abajo, con las comunidades como protagonistas. La aceptación social se construye desde el territorio y se consolida en el territorio".