¿Cuándo empezamos?

Por Francisco-José García Paramio, presidente de la Fundación MonteLeón

Francisco-José García Paramio
13/11/2025
 Actualizado a 13/11/2025
Francisco José García Paramio, presidente de la Fundación MonteLeón.
Francisco José García Paramio, presidente de la Fundación MonteLeón.

El esfuerzo que cada uno podemos aplicar en nuestra apuesta por León está perfectamente modulado por las condiciones de contorno, que siempre nos mediatizan, y por los muchos prejuicios que rodean al concepto de sacrificio. Pero la principal componente de nuestra actuación como sociedad se esconde en las personas y no en las organizaciones e instituciones (privadas o públicas).

Por un lado, personas fuertes y comprometidas son las que dibujan la contundencia y el peso de una entidad dentro de nuestro sistema; pero por otro, y al mismo tiempo, personas con escasa relevancia utilizan esas entidades (privadas o públicas, insisto) para esconder su pobre aportación a la colectividad en la que nos movemos. Apuesto algo bueno a que, a nada que lo piensen, encuentran Ustedes rápidamente ejemplos claros en ambos sentidos.

No pretendo, en estas líneas, colectivizar toda actuación, esfuerzo o sacrificio, a favor de León, sus comarcas y sus gentes. Son palpables las muestras de grandes y valiosas actuaciones de perfiles individuales en el impulso de nuestro entorno económico, social e intelectual. Y, además de palpables, son valiosas, admirables y dignas de reconocimiento.

Lo cierto es que, a lo largo de la historia, el progreso, el crecimiento y el logro de grandes metas se han producido en escenarios con grupos sociales fuertes, empresas con peso específico, instituciones éticas y solventes, clase política valiosa, centros educativos enfocados y terceros actores en el impulso de valores intangibles (cultura, religión y redistribución de la riqueza).

Las individuos valientes, comprometidos y preparados (sea cual sea su origen) siempre están dispuestos a integrarse, de una forma u otra, en cualquiera de las piezas de acción colectiva que forman parte del engranaje social, económico y político. Esta disposición se da cuando hay conciencia de pertenencia, de grupo de interés, de ‘clase’ social o de cualquier otro concepto que tienda a agrupar a las personas. Y las personas, agrupadas a la búsqueda de grandes objetivos, son invencibles.

La actual y mediocre tendencia de nuestros sistemas económico, político y social es claramente contraria a las actuaciones colectivas (no olvidemos: por acumulación de personas fuertes y fiables). Hoy somos testigos de la atomización social y económica. Cada vez aparecen más y más individuos y entes que no pueden ir más allá de su propia supervivencia rodeados de constantes amenazas (economía, mercado laboral, fiscalidad, gentrificación de las ciudades). Surgen siempre, conveniente y artificialmente alentadas desde el sistema, infinidad de ‘minorías’ a las que atender mientras se nos entretiene para que nos despistemos ante lo que de verdad importa.

Por eso, desde aquí hago una llamada a la reconstrucción social, cultural, económica y política. Una llamada al verdadero progreso y a la verdadera apuesta por León. Cada uno y cada cual dentro de su colectivo integrador. Con los objetivos claros. Con menos alardeos y mensajes vacíos. Con objetivos. Con hambre de sacrificio. Con menos demandas y con más aportación. Con visión colectiva. Con la alegría de ver que al de al lado le va bien y a mí me va a ir mejor. Con menos «¿qué hay de lo mío?» y con más «¿cómo puedo empujar más fuerte?».

León, sus tierras, sus gentes y sus recursos están sobrados de personas y valores materiales e inmateriales. Sólo nos falta colectividad en el esfuerzo, amplitud de miras y valentía para reconstruirnos y ser ejemplo para el resto de tierras de nuestra querida España.

¿Cuándo empezamos?

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