El amanecer de las cuatro palabras más tristes de la historia de la lucha leonesa

Suplemento de análisis de la Liga de Verano 2023, que quedará marcada para siempre por la tremenda conmoción que supuso el repentino fallecimiento de Jorge Iglesias

21/10/2023
 Actualizado a 22/10/2023
Jorge Iglesias había ganado el año pasado el corro de León frente a la Catedral, en ligeros. | JESÚS F. SALVADORES
Jorge Iglesias había ganado el año pasado el corro de León frente a la Catedral, en ligeros. | JESÚS F. SALVADORES

La Liga de Verano 2023 tenía sus cosas, como siempre, sus datos, sus novedades —como la igualdad de los premios masculinos y femeninos—, se lamentaban algunas lesiones de larga duración, se celebraban algunos luchadores que irrumpían con fuerza... y, de repente, todo estalló por los aires con un dolor insufrible e irreparable. La mañana de un lunes de septiembre, cuando la competición se encaminaba hacia la recta final, cuatro palabras corren de grupo en grupo, de teléfono en teléfono y nadie es capaz de añadir nada: «Ha muerto Jorge Iglesias»

 

Imposible decir nada. Imposible añadir nada. Imposible reaccionar. Veinte años, tan solo unas horas antes se había acercado a la ‘segunda parte’ del corro de Las Manzanedas para recoger su trofeo. Ya no tenía que luchar, ya había sido tercero, pero este chaval callado y bueno, deportivo, quiso estar allí, honrar a quienes organizan la lucha, recogiendo su trofeo. Además, se podría decir que era uno de sus corros más cercanos pues se había apuntado por San Feliz de Torío, allí al lado, donde la familia tiene una casa, donde se reunía con sus primos, donde corría por sus caminos. También en Matallana de Torío se había apuntado por Orzonaga, donde tiene las raíces su madre, siguiendo esa costumbre tan luchística de honrar a las tierras de los antepasados. Como también hace Florián, Gasi, Rodri, Sergio... y tantos otros. 

Porque Jorge generalmente luchaba por Vega de Espinareda. Había sido el primer campeón del Bierzo cuando en 2022 ganó su primer corro (en la Sobarriba) y lo corroboró en otro escenario mágico, a la sombra de la Catedral, en San Froilán (en las dos ocasiones en ligeros). En ambos corros dejó su sello de clase, de luchador de futuro, derrotando en Valdefresno al que se presentaba como dominador de la temporada, Víctor Llamazares; y en León a quien la estaba dominando claramente desde la lesión de Víctor, David Riaño, a la postre campeón de Liga.

Los dos dijeron lo mismo: «Ojo al berciano, ¡cómo lucha!». Pero al espigado luchador le ocurrió lo que parecía inevitable, que debería dar el salto a medios, algo que siempre es muy complicado, para cualquier luchador. Jorge pronto avisó de que iba a dejar su sello, aunque ganar corros parecía complicado con un Adri espectacular, Chelín...

En el primer corro, en Quintana de Rueda, ya se metió en la final, volvió a hacerlo en Gradefes y siempre andaba por los puestos altos... hasta que llegó el fin de semana de las fiestas del Bierzo, con tres corros en el calendario — Posada de Valdeón, Cistierna y Mansilla de las Mulas — e hizo pleno, ganó los tres. Se consolidó como segundo en la general y, a la postre, fue el subcampeón. El que había avisado en ligeros, se confirmaba en medios. Había luchador, y de los buenos.

 

 

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