España y León ante la encrucijada autonomica

Pablo Calvo Liste
29/10/2019
 Actualizado a 29/10/2019
El actual modelo político y territorial español, lo que se conoce como Estado de las Autonomías, es un modelo fracasado. Lo es hoy, pero también desde su gestación. No fue una demanda que el pueblo español reclamara a los constituyentes del año 1978.

Antes bien, fue fruto de un proceso mental iluminativo de la clase política que por aquellos años decidió ‘reinventar la pólvora’, y digo reinventar, puesto que retrotrayéndonos mil años en la historia de España, encontramos la desintegración progresiva del Califato de Córdoba en más de una treintena de Taifas. Y digo pólvora, por lo que la puesta en práctica de semejante chapuza administrativa ha supuesto para España y para los españoles, una auténtica demolición de derechos fundamentales y libertades recogidos en nuestra Constitución.

Varios fueron los motivos reales por los que se decidió incrustar de forma artificial e inédita, desde los reinos de Taifas, el Estado Autonómico en la Constitución de 1978:
- Había que separarse de la imagen de la España franquista, dividida solo en provincias y regiones, con identidades arraigadas históricamente, que daban cohesión a la unidad nacional.
- Había que contentar a los nacionalistas catalanes y vascos, para evitar que continuaran en sus ansias separatistas. Lo que con el paso de los años ha servido para todo lo contrario, para engordarles, para darles competencias del Estado, para que sus partidos (que quieren romper España) sean legales y para que con el dinero de todos se dedicaran a la deslealtad y la traición, haciendo que se envalentonen y persigan las libertades de millones de españoles allí donde alcanzan el poder.
- El ‘Café para todos’ de Manuel Clavero, para ocultar el punto anterior, que buscaba un hecho diferencial y no integrador y que pareciera que todos éramos iguales. Menos nuestra tierra, León, que por lo visto al pedir café, no solo no se lo dieron, sino que se quedaron con nuestras mantecadas y chocolate de Astorga, nuestros lazos de San Guillermo, nuestros imperiales de la Baeza, nuestras rosquillas de San Froilán y nuestra miel del Bierzo, reuniéndonos en una amalgama que ni sentíamos ni deseábamos. El solo planteamiento de la España de dos velocidades ya era por sí misma diferencial y no igualitaria, menospreciando a regiones como León, que por sí misma tiene más historia que muchas de las primeras autonomías. Y los políticos de la época, reunidos en cuartos oscuros y llenos de humo de tabaco decidieron el futuro de León.

Una Provincia de León que por el año 1983 contaba con una población superior a los 500.000 habitantes. Hoy apenas llegamos a 464.000 según el último dato a cierre de 2018. Sin embargo tenemos el mayor número de detenidos por delitos contra la seguridad vial de toda la Comunidad y una economía que no es capaz de absorber a sus trabajadores, según rezaban unos titulares de éste mismo rotativo hace unos días. Que mantenía 6 escaños en el Congreso de los Diputados. Hoy tenemos solo 4, siendo la Provincia de toda Castilla y León que más pérdida proporcional ha sufrido. Que tenía una industria arraigada como la farmacéutica y hoy se encuentra al borde del abismo, con una agricultura y ganadería y minería a la cabeza que hoy son meramente simbólicas o anecdóticas. Según los últimos datos conocidos el número de empresas cotizantes ha caído un 1% y la creación de empleo asalariado cae a la mitad.

Con una tasa de paro superior a la media de la Comunidad Autónoma, unas tasas de empleo y de actividad por debajo.

Se quiso crear todo un aparato que diera de comer a los partidos políticos allí donde no tuvieran poder en el ámbito nacional.

Aquí los culpables de tamaño despropósito son todos los políticos, a izquierda y derecha, y los perjudicados todos los españoles que vivimos y sufragamos en 17 mini-estados, con 17 gobiernos autonómicos, 17 parlamentos, 17 televisiones públicas y diecisiete mil chiringuitos para colocación de los ociosos políticos y su red clientelar de enchufados, verdaderos focos inmovilistas con muy poca alternancia en el poder, con partidos monocolores gobernando como el caso de Castilla y León durante 30 años, creando un clima enrarecido y origen de los mayores escándalos de corrupción de nuestra historia. Tal despilfarro, nos llevará, que nadie lo dude, a la ruina, con un déficit público que ya supera el 100% de nuestro producto interior bruto, amenazando seriamente nuestra calidad de vida, sanidad pública y pensiones.

Como nadie lo va a remediar pues llevamos cuarenta años de empecinamiento en el error, con gobiernos de centro, de izquierdas, de derechas, y todos han seguido por la pendiente de no tocar nada, aunque se pudra todo, ha tenido que surgir la voz harta, cansada y firme del pueblo para decir: BASTA.

Un Estado Autonómico que nos ha llevado a la división, a la desigualdad, al desorden, al derroche y a la deslealtad de muchos de los dirigentes regionales.

Un Estado Autonómico que ha creado artificialmente un sentimiento nacionalista en regiones donde no existía, como en Canarias, Baleares o Galicia. Cuando en realidad hubo un desinterés de los españoles en la ratificación de los Estatutos de autonomía. En Castilla y León NI SIQUIERA FUE REFRENDADO PARA SU RATIFICACIÓN, ni el original ni sus posteriores reformas, no sea que el pueblo no lo avalara.

El desinterés de los leoneses en el Estado de las Autonomías y más aún en el rechazo del de Castilla y León contrasta con el entusiasmo con el que lo defienden la clase política.

Una reciente encuesta nacional, concluyó que más del 85% entendía que el país funcionaría mucho mejor si hubiera un solo gobierno. ¿Curioso, no?

España y León ante el cruce de caminos que tiene enfrente, se juegan su supervivencia a medio plazo. Todavía hay margen de escoger el camino correcto. Digamos sin miedo, BASTA al negocio autonómico de la clase política. Hagámoslo.

Pablo Calvo Liste es candidato al Congreso por León VOX
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