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Eso ahora no toca

07/10/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Con la sustitución del discurso por la ocurrencia que han propiciado los sistemas de comunicación instantánea y las redes sociales (algún día alguien estudiará la misión de esas mordazas de caracteres…), la mayoría de los mensajes que recibimos de nuestros gobernantes y aspirantes a serlo son píldoras más o menos edulcoradas o amargas que se deshacen en la boca sin más. Buena parte de las cuestiones se dirimen públicamente a base de triviales pelotazos verbales que parecen concebidos meramente para distraer: no proponen nada más que su propia exégesis inútil, a la que se dedican los medios con una fruición digna de mejor causa. El repertorio de esos tuits escritos o hablados, sin embargo, no revela imaginación alguna, es mediocre y a menudo faltón. Carece de argumentación porque, como hemos comprobado a lo largo de estos últimos años de medianía política, no son capaces de darla, o no existe o la temen.

En ese contexto de réplicas estereotipadas y balones fuera, mis preferidas son aquellas que zanjan la cuestión con un imperativo categórico digno del filósofo prusiano. Por ejemplo: el muy socorrido «eso ya se ha explicado suficientemente», que suelen utilizar los colegas de partido para aludir a las sólidas excusas con que ha sido rebatido el renuncio de algún compañero y explicado lo inexplicable. Siempre que lo oigo o lo leo me hago las mismas preguntas ¿dónde? ¿cuándo? ¿quién lo considera suficiente? Cachis, me lo he vuelto a perder. Me hubiera gustado escucharlo, para ver si, en efecto, era así. Pero no. Deben de haber sido explicaciones en la intimidad y quien afirma que han sido suficientes debe haberse visto convencido por ellas, aunque no las reproduzca ni nos conceda un pequeño resumen aclaratorio...

Otro de los grandes hitos de la dialéctica política se acrisola es el afamado «hay otras cosas más importantes». Cuando lo oigo, surge en mí la duda: ¿por qué motivo esto no lo es? ¿No es importante para quién y por qué? Este suele ser un dicho de la oposición, y ahorra muchas explicaciones de esas que se ofrecen en algún lugar ignoto, pero la variante radical de esta aguerrida frase suele ser esgrimida por el bando gubernamental: «eso ahora no toca». Si tienes la cara de Aznar (la real y la otra, que en su caso coinciden), esta frase mete más miedo que un capítulo de Black Mirror rodado en Villadangos.

¿Se imaginan? Cena de navidades, algo pasado de alcohol en las venas y mucha pesadez en el estómago. Discusión con la familia sobre tema aleatorio, pique con el cuñado, que lleva más vino y más comida que tú, como debe ser. Y, de pronto, liquidas la diatriba con tus argumentos imbatibles: ya te lo he explicado suficientemente, hay cosas más importantes y esto ahora no toca. Implícitamente le llamas tonto, inoportuno y mindundi. Sería tan práctico... Seguro que lo es…
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