"En justicia, debería firmar con mi madre"

Rubén Alonso de Ponga presenta este martes en la Sala Región del ILC (a las 19.30 horas) su última novela, ‘Amores de guerra y paz’ (Eolas Ediciones), en un acto en el que estará acompañado por David Rubio, director de La Nueva Crónica, y Emilio Gancedo, del ILC

Fulgencio Fernández
26/10/2021
 Actualizado a 26/10/2021
Alonso de Ponga recorrió todos los escenarios  en los que se desarrolla la novela.
Alonso de Ponga recorrió todos los escenarios en los que se desarrolla la novela.
La pandemia, el confinamiento, le regaló a Rubén Alonso de Ponga el tiempo necesario. El oficio de profesor de Historia le llevó hasta todos los escenarios en los que se iba a desarrollar su novela, buscando los datos y leyendo libros. Pero, sobre todo, la extraordinaria memoria de su madre le permitió escuchar una y otra vez aquellas viejas historias de la guerra civil que tanto le habían fascinado, tanto que seguramente ya estuvieron presentes en su elección de estudios de Historia, tanto que ya estaban presentes en su trilogía de novelas con aquella funesta guerra como marco de vivencias humanas muy complicadas y duras. Y, sobre todo, con la enorme ventaja de los recuerdos alimentados de sensatez y bonhomía, sin rencores ni ajustes de cuentas... recuerdos de gentes y pueblos en tiempos muy difíciles, los peores.  

- ¿No deberías firmar las novelas con tu madre?
- No lo dudes, en justicia sí. Pero ella no querría y, además, para una madre como la mía no hay mayor felicidad que la de sus hijos.

La pandemia le regaló el tiempo, que no la historia. Ésa la buscó Rubén Alonso de Ponga, de Valbuena del Roblo —lo de poner el pueblo al lado del nombre es costumbre obligada de su etapa de luchador— durante años pues, recuerda, «después de las tres novelas me apetecía escribir, pero no cualquier cosa. No soy un escritor profesional y si la historia no me engancha a mí no soy capaz de sacarla adelante». La historia apareció pero el día seguía teniendo 24 horas en las que, además, ya estaban ocupadas las de acudir a dar clase cada día en el instituto, hacer deporte —algo a lo que no puede renunciar—, la familia —algo a lo que jamás renuncia— y necesitaba tranquilidad, tiempo... «y tengo que reconocer que la pandemia me obligó a tener tiempo y la novela me ayudó a pasar aquellos días tan largos. Fueron dos meses intensos de escritura... porque el tema ya lo tenía muy claro, desde el año 2019».

La historia regresa en su inicio hasta el valle de Sabero para recorrer diversos escenarios bélicos por toda España. Dos hermanos ven cómo sus vidas toman caminos completamente diferentes, uno en su tierra leonesa, otro en Barcelona, en frentes enfrentados, con una variada gama de personajes secundarios —o no tanto— que le dan gran riqueza a la trama, muchos hijos de esa perfecta amalgama que es la ficción literaria pasada por el tamiz de la sensatez materna, la que no firma pero está.

Una historia que abunda en otra teoría de Rubén Alonso de Ponga. «No es que los que vivieron la guerra no la quieran olvidar, los que no la olvidamos somos nosotros, los nietos».

En casos como el suyo, por suerte.
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