En busca de la felicidad

José Ignacio García comenta los libros de Rubén Abella 'Ictus' y 'Quince llamadas perdidas'

José Ignacio García
12/12/2020
 Actualizado a 12/12/2020
El escritor vallisoletano Rubén Abella. | ICAL
El escritor vallisoletano Rubén Abella. | ICAL
‘Ictus’
Rubén Abella
Novela
Menoscuarto Ediciones
224 páginas
17,90 euros 


‘Quince llamadas perdidas’
Rubén Abella
Relatos
Algaida Editores
184 páginas
18 euros 


Quizás sería excesivo por mi parte asegurar que vive Rubén Abella uno de los momentos literarios más dulces de su carrera literaria, ya que toda ella está jalonada de éxitos. Lo que sí puedo afirmar es que nunca en la trayectoria del escritor vallisoletano afincado en Madrid se había dado la circunstancia de publicar dos libros casi con una misma secuencia temporal. La novela ‘Ictus’, editada por el sello palentino Menoscuarto, y ‘Quince llamadas perdidas’, el libro de cuentos impreso por Algaida, con el que ha conseguido hace unas semanas la LV edición del Premio Kutxa Ciudad de San Sebastián, en su modalidad de lengua castellana.

No es la novela un género nuevo para Abella. Sin embargo, ‘Quince llamadas perdidas’ sí supone su primera experiencia editorial en los territorios del cuento, que no en los de la narrativa más breve, ya que Rubén es uno de los más consumados especialistas cultivando el minicuento, como acreditan sus libros de microrrelatos y las numerosas antologías en las que sus historias mínimas (solo en extensión) aparecen recogidas.

Obviamente estamos hablando de dos obras distintas que, aunque utilizan la prosa como vehículo de expresión, no pueden compararse en su construcción, como no pueden compararse –por mucho que ambos sean atletas– un velocista y un corredor de maratón. Sin embargo, hay bastantes rasgos genéricos que conviven tanto en ‘Ictus’ como en ‘Quince llamadas perdidas’.

El primero de esos rasgos comunes es el estilo inconfundible que deja la huella de una escritura minuciosa, ampulosa en los detalles, pormenorizada en las descripciones, exquisita en la precisión lingüística. Eso convierte a Rubén Abella en uno de los escritores más elegantes que se puede leer en el panorama literario actual.Otro signo identificativo tiene que ver con el sustrato argumental que se posa en el fondo, tanto de la novela como de las quince historias recogidas en el libro de relatos. En ambos, la inmensa mayoría de los personajes son seres humanos sencillos y cercanos. Personas de la calle con las que cualquiera de nosotros podría toparse de frente cuando sale de casa cada mañana para ir a trabajar o a comprar el pan y el periódico. Personas con las que nos identificamos, porque anidan en sus corazones las frustraciones, los miedos, los desengaños, las incertidumbres y los fracasos que todos hemos sufrido en innumerables ocasiones.Y el último factor colectivo es la esperanza. Los protagonistas de la novela y los cuentos de Rubén Abella están dispuestos a romper con sus pasados, que les crean vacíos e insatisfacciones, para dejarlo todo y huir en busca de nuevos horizontes felices, que quizás tengan mucho de proustianos.Analizando ambos libros por separado, ‘Ictus’ ofrece al lector la perspectiva de un novelista en plena madurez creativa, de un maestro de la palabra y la argumentación. En ella, el autor nos cuenta, en capítulos alternativos, tres historias diferentes, centradas en las vidas de tres personajes de distinto sexo, edad y condición, pero que tienen en común el momento frustrante que sus vidas han alcanzado y la necesidad de cambiarlas de una manera más sosegada o más violenta, pero radical en cualquier caso. En ‘Ictus’ (pero en ‘Quince llamadas perdidas’ también) Abella define de una manera formidable las personalidades de los protagonistas, se sumerge en su subconsciente, nos desvela sus pensamientos más íntimos, los desnuda y los pone a merced de los lectores, invitando unas veces a la empatía y a la ternura y otras a sentir una cierta sensación de conmiseración hacia ellos.Aun así, es posible que el autor, como si fuera un dios magnánimo, se apiade al final de sus personajes y los ayude a reconducir sus caminos y a ver cómo sus sueños se cumplen.

Algo parecido sucede con los actores de ‘Quince llamadas perdidas’. En ese libro, además de todos los valores consignados con anterioridad, hay que añadir la riqueza que aportan los diálogos a las tramas, algo no siempre habitual y que se agradece mucho a la hora de leer un cuento. Así como la interrelación de algunos personajes y de varias de las historias, que invitan a pensar que el libro no es una serie de acontecimientos independientes, sino un compendio de situaciones envolventes que a veces desaparecen en un relato para reaparecer en otro, añadiendo más robustez e intriga al conjunto de la obra.

En ‘Quince llamadas perdidas’, Abella vuelve a conseguir que el lector intime y tome partido a favor de los personajes, que nunca son crueles aunque sí que lleguen a serlo algunas de las situaciones que representan, por lo general instaladas en tiempos actuales, aunque sus protagonistas atraquen farmacias en la capital y se refugien en ciudades de provincias, o estén a punto de ahogarse en la playa, o desvelen sus vicios por Navidad, o encuentren un final dramático a una pillería urdida en un mercado de una ciudad africana.

En suma, llegadas estas fechas festivas de prodigalidad a la hora de hacer regalos, anoten en su agenda estos dos títulos: ‘Ictus’ y ‘Quince llamadas perdidas’. Su lectura les conducirá, sin duda alguna, a obtener unos instantes de esa felicidad que el ser humano busca eternamente.

José Ignacio García es escritor, crítico literario y coordinador del proyecto cultural ‘Contamos la Navidad’.
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