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El valor de la nada

06/06/2021
 Actualizado a 06/06/2021
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Han puesto precio a la nada. Al menos a una porción. Lo habrán leído, el artista italiano Salvatore Garau ha vendido en subasta una obra inmaterial, compuesta por el vacío que ocuparía, por quince mil euros. No me parece cara, la verdad, porque el artista ha especificado en el contrato de venta que su correcta disposición exige una habitación particular y exclusiva que le confiera un espacio no menor al metro y medio por cada lado. Al precio que está la vivienda me parece un chollo. Además, la obra resulta también muy económica desde el punto de vista museístico, de su difusión pública. Si se presta a cualquier centro expositivo no requiere gastos de trasporte y, si el dueño no se pone tiquismiquis, tampoco una póliza de seguro. No en vano, lo único que demuestra su existencia es un certificado que el artista reclama no se exhiba con ella. Para ser autor de una obra intangible se pone un poco exigente el artista, que la ha titulado «Io sono» (Soy).

No hay nada que ver en ella, pero tal vez pueda experimentarse con otros sentidos. Con el común aparenta una más de la montonera de boutades y provocaciones coleccionadas por el arte moderno desde el urinario de Duchamp a los 30 gramos de ‘Mierda de artista’ enlatados por Manzoni en 1961. Tanta escatología ya no funciona. La cólera, asombro o disgusto del burgués han pasado por demasiadas subidas de la luz. Puede que tampoco sea ese el sentido de la acción, casi tan atendida en los medios como la performance de Cospedal en el vestíbulo del Congreso. Pero lo que funciona en la pieza es el certificado, el título de propiedad de un tipo de nada muy acreditado que uno puede desplegar donde quiera sin los esfuerzos, molestias y gastos de envío de lo material, obteniendo, incluso, una gran y reconocida rentabilidad. Así funciona mucho de lo más rentable de nuestros días: de los bitcoins a los títulos de máster, de las previsiones de los gurús económicos a las concesiones de emisiones, de los influencers a los youtubers... Warhol recomendaba enmarcar los billetes de dólar en lugar de gastarlos en un cuadro. Qué antiguo nos parece, ahora que la nada ha dejado de ser una nadería. Será por eso que el español dice «no hay nada» para afirmar que la hay. En la Fundación de Cerezales del Condado se acaba de inaugurar una muestra de arte actual con el título ‘A punto de ser nada’, un dicho de la gente en esos pueblos que se esfuman acelerada e irremediablemente. Allí hay nada a esgalla, es una lástima no haberle puesto precio antes. En el hueco que ocupaba la torre de la térmica de Anllares, por ejemplo, ahora hay nada y ni siquiera se ha vendido la exclusiva. En la España vacía siempre se está a punto de dar con algo grande o lo tenemos al alcance de la mano: el agua, el viento, el sol, la tierra... Pero lo certifican otros y nos quedamos a punto de ser algo.
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