El paisano que trajo Roma a Villar

El Padre San Millán, de Villar de Mazarife, fue un gran artista realizando mosaicos ‘romanos’ con teselas, fue director de la Escuela de Mosaicos del Monasterio de Poio, donde creó uno de grandes dimensiones que regaló a su pueblo

Fulgencio Fernández
23/01/2022
 Actualizado a 23/01/2022
Avelina Vidal, sobrina del Padre San Millán, delante del impresionante mosaico que el fraile y artista regaló a su pueblo, Villar de Mazarife. | MAURICIO PEÑA
Avelina Vidal, sobrina del Padre San Millán, delante del impresionante mosaico que el fraile y artista regaló a su pueblo, Villar de Mazarife. | MAURICIO PEÑA
Tiene Villar de Mazarife hijos ilustres en el mundo del arte. Artistas diferentes con sabor clásico. Allí sigue como recuerdo suyo el estudio de aquel gran creador que fue Monseñor, abrir sus puertas es como entrar al mundo de los creadores del medievo en pleno siglos XX y XXI. Además de vivir el aroma del Camino, ese ramal que por allí camina para quienes no atraviesan la capital.

Y llegar a Villar de Mazarife por ese camino, por ese Camino, te transporta aún más lejos en el mundo del arte, hasta la Roma de los mosaicos de nuestras villas romanas, hasta esos ‘murales’ que suman con tanta paciencia como arte pequeñas teselas que componen una gran obra.

Allí esta, desde 1995, un espectacular mosaico de grandes dimensiones, un regalo que a Villar de Mazarife hizo un hijo del pueblo, fraile mercedario, alumno del más reconocido arista de este género —Antoine Machourek— y generoso hasta el punto de pagar de su bolsillo a sus ayudantes. En la parte superior del mosaico aparecen tres palomas que, explica su sobrina Avelina Vidal, "son la firma del Padre San Millán, que por ese nombre era conocido, especialmente en Galicia, que fue donde más tiempo vivió y trabajó".
El Padre San Millán es Laureano García San Millán, nacido en 1938 en Villar de Mazarife, en una familia de ocho hermanos en la que todas eran chicas con excepción de Laureano.

En su pueblo vivió hasta los once años cuando, como otros tantos niños de la época, se fue a estudiar a los frailes. "Regresaba siempre que podía; mientras vivió la abuela —su madre— lo hacía con más frecuencia, pero nunca dejó de acudir, especialmente los dos últimos años (falleció en 2013) cuando ya se sabía enfermo de cáncer y le gustaba regresar a Villar, hablar con sus paisanos y, sobre todo, pasear, yo creo que rememorando su infancia, sus recuerdos", explica Avelina Vidal, también pariente, algo más lejana, del otro artista del lugar, Monseñor, cuya firma aún permanece en la pared del tranquilo estudio.

No sería fácil que los vecinos de Villar de Mazarife olvidaran a este paisano suyo, pero ahora resulta imposible a la vista del mural que el Padre San Millán regaló a su pueblo, ayudado de los alumnos de la Escuela de Mosaicos del Monasterio de Poio —de la que el leonés era director— y trayendo la obra desmontada en tres piezas para colocarla allí, a la entrada de Villar, donde ahora luce. También regaló otros dos, más pequeños, para el frontal de los altares de la cuidada Iglesia del pueblo.

El Padre San Millán estuvo unos años en Puerto Rico y después se asentó en Galicia, especialmente en Sarria y Poio, donde dirigió el citado taller, atendió parroquias acudiendo a ellas en moto pues nunca tuvo carnet de conducir y trabajó con el artista mejor considerado en el mundo de los mosaicos romanos, el checo Antoine Marc Luc Machourek (1913-1991), cuya gran obra es precisamente un gran mosaico del Claustro del Monasterio de Poio, de 2.60 metros de altura y 890 metros de largo, dedicado a todo el recorrido del Camino de Santiago y materializado entre 1989 y 1992 por la Escuela de Mosaicos del Monasterio, dirigida por el Padre San Millán, el de Villar de Mazarife. "En su entierro pudimos comprobar el cariño que le tenían en Galicia, vinieron varios autobuses", recuerda su sobrina.
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