El ojo terco de la noche despide a Raúl Guerra Garrido

Por Carmen Busmayor

Carmen Busmayor
05/02/2023
 Actualizado a 05/02/2023
Raúl Guerra Garrido, Carmen Busmayor y Antonio Pereira en Villafranca. | L.N.C.
Raúl Guerra Garrido, Carmen Busmayor y Antonio Pereira en Villafranca. | L.N.C.
Atrás, atrás. El color atrás. Atrás el frío. Atrás. Los fríos y las manzanas reinetas atrás. Lleno el color, la música y cuanto guste las manzanas golden en los desvanes bien olientes. Norbuena, bueno o, que no sé, no sé bien lo de las cerezas de aquel boticario coherente llamado Raúl Guerra Garrido: corazón coherente.

¡Ay, Dios! Válgame Dios esto con lo de Sodoma y Gomorra ¡Nada de nada! Chantajeaban los rapaces de celebrar más misas a no sé qué santo atontolinao, unos dicen que contratan que si va éste el éxito de concurrencia feligresa y sobre todo forastera está garantizada. Pero bueno, pero bueno, hasta a mí se me vuelve lo más íntimo intocable. Hablan de un ‘curín’ que hace poco oficiaba en el Convento de la Concepción. Otros que a uno que dice misa en las fiestas sacerdotales. De cura guapo y las deliciosas brevas de Arborbuena dependiendo de la voluntad de préstamo de la Orbea del coadjutor de los paules y las películas que en secreto veía Elena, Elena Balboa, que según decían se derretían los hombres por el ‘¡ay, ay!’. La voluntad y alrededores de donde procedían sus ascendientes con quienes vivió, gozosamente, indelebles tramos de su infancia y tiempos posteriores.

Atrás. Atrás. Cuando la lluvia y las manzanas, más las ciruelas, como un río desembocando una banasta o cesta verde doncella, o río desembocando en cada fruta, más o menos bailón al estilo ‘cha cha cha’ si la Orbea del cura estaba en condiciones para ir revestida de modernidad o verde cesta doncella.

Atrás, atrás, entre el color, la música, el hombre coherente, que no es otro que Raúl. Hombre coherente que murió a los 87 años y se enfrentó varias veces a la banda terrorista ETA. Conocí, y, amisté, por fortuna, al farmacéutico, ensayista y novelista Guerra Garrido, huyendo de Donostia.

En adelante sostuve una relación menos fuerte con ellos y los Pereira hasta mucho tiempo después en que la amistad poco a poco devino en vacío. Precisamente yo lo coloqué en el Parador de Villafranca donde veraneaba en la Semana Grande suspendiendo tales vacaciones de la Semana Grande.

Abandonada la infancia y adolescencia vivió el resto de su vida en Donostia. Más tarde se fue perdiendo y solo quedó el recuerdo de aquel pasado al que me aferro como algo con que me obsequió muy temprano la vida.

Adiós, Raúl, Adiós. Acabas de irte. La enfermedad te arrebató. El Bierzo, en especial Cacabelos, te debe mucho. Una lástima que parte de los concejales, gran parte de la casa de la paridad, no hayan sabido reconocer tu valía. Han pasado unos días, muy pocos, de tu muerte. Soy una mujer que solo posee una goma de borrar silencios. No es bueno que continúe con esta triste tristeza. Soy lágrima. Soy ofrenda . A veces creo en Dios, otras no. Y otra y otra y otra.

La vida es a menudo injusta o cruel. Lo sabía, trataba, descubría asimismo Y precisamente quien te retaba, a quien como él pensó y halló atonía, encontró mucha paz Guerra a su vera.

Aún amanece en las viñas. Igual sucede en los caborcos. Para cerrar (también persisten en estas líneas del hacedor del ‘Año de Wolfam’, ‘Cacereño’ y otras construcciones, las escribimos aquí. Retengamos tal fuego aquello que nos dijo: "La mente y la vida se dan la mano, lo mismo la finura y la basura".

Algunas veces, sobre todo por la Fiesta de la Poesía, algunos destacados se acercaba a la villa de la poesía. Luces, que al parecer levanta vuelo de ceniza. ha vivido, dejadme que devoren mi cuerpo marcado. Hay casi más de mil o invitados más. Casi.
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