El hombre que viajaba a León con un regalo bajo el brazo

Francisco Antonovich, que fuera el gran mecenas del Instituto Bíblico y Oriental de León, fallece a los 89 años en París

Fulgencio Fernández
22/03/2023
 Actualizado a 22/03/2023
Francisco Antonovich explicando la exposición sobre Alejandro Magno, con la pasión que ponía. | BLOG DEL IBO
Francisco Antonovich explicando la exposición sobre Alejandro Magno, con la pasión que ponía. | BLOG DEL IBO
No es muy frecuente encontrar personajes que cada vez que son noticias lo son por su generosidad que, además no es la suya. No es nada frecuente que alguien se vuelque con una tierra como lo hacía Francisco Antonovich con León, una tierra lejana para él, que había nacido en el Cairo, vivía en París, pero presumía de ser español, la nacionalidad que habían tenido sus padres y sus abuelos».

No es nada frecuente encontrar a alguien que haya regalado tantas joyas, verdaderas obras de arte, a León y lo haya hecho con tanto silencio. Sin dar un ruido él y sin recibir excesivos reconocimientos. El secreto de esa pasión leonesa de Francisco Antonovich está, como tantas otras cosas, en el Instituto Bíblico y Oriental (IBO), en la fascinante figura de su director, Jesús García Recio, o en el cariño de otros personajes, como Roberto Fernández, en cuyo MSM de Sabero ya era una costumbre navideña exponer el Belén Napolitano de Francisco Antonovich.

Sirva un ejemplo para acercarse a la generosidad de Antonovich —fallecido en París a los 89 años—, el de la nota de prensa oficial de la excepcional muestra sobre Alejandro Magno en el IBO: «Los tesoros de Alejandro Magno, que acoge el Museo Bíblico y Oriental desde su apertura (2008), no se moverán de León y permanecerán definitivamente en este museo. Se trata de más de 300 piezas únicas, propiedad del anticuario y coleccionista de origen egipcio Francisco Antonovich, que ostenta también el cargo de conservador del Museo Bíblico, se incorporarán a la colección permanente».
En otras noticias se iba dando cuenta del regalo del ya citado Belén Napolitano o, por citar una más espectacular, la presencia en León, de su mano nuevamente, «de piezas únicas relacionadas con la Reina Cleopatra». En esa muestra se le preguntó a Antonovich, con cierta insistencia, cómo fue posible la presencia de estas codiciadas piezas y con una sonrisa muy suya explicaba:«No fue fácil, es verdad, no es nada fácil negociar con el Gobierno francés». Todo un mundo el suyo, el del arte, el del coleccionismo, que definía de una manera curiosa:«El sino de todo coleccionista es no dejar nunca de coleccionar, aunque se te acabe el dinero. Entonces empiezas a vender por las piezas que te gustan menos para poder comprar aquellas que te gustan más».

La verdad es que escuchar a Antonovich en las visitas guiadas por las exposiciones era un verdadero espectáculo de conocimiento, de pasión y un anecdotario casi mágico de la vida de este coleccionista que «con apenas veinte años encontré unas valiosas monedas antiguas en la calle y me enganchó el conocer su época, su valor... coleccionar. Y para este ‘oficio’ Egipto era un verdadero paraíso, lleno de tesoros».

También contaba al explicar los 50 años que tardó en hacer realidad el hermoso y valioso Belén Napolitano que regaló al IBO y se convirtió en el anuncio de la llegada de la Navidad el MSM de Sabero: «El origen está en el vivo interés por la Navidad que despertó en mi alma de niño. Primero, y ya fue muy emocionante, logré un humilde Belén hecho de papel recortado, después disfruté con el tradicional de figuritas de barro que se colocaba en mi casa natal y, finalmente, llegó la paciente búsqueda y los sacrificios en pos de los personajes de la tradición belenista del Reino de Nápoles, hasta llegar a esta muestra que ahora es este Belén Napolitano».

Una joya que era el final de un  proceso que explica la vida de Antonovich: descubrir, conocer, emocionarse, coleccionar y, finalmente, ponerlo a disposición de todos.

Y en ese todos, León fue una de las grandes privilegiadas. No debería olvidar a Francisco Antonovich.
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