"El cielo de un pueblo nunca lo he visto en la ciudad"

La leonesa Mónica Jorquera ha inaugurado este sábado en Ármaga la que va a ser su primera gran exposición individual y en la que cuenta una historia del regreso a un mundo rural

Fulgencio Fernández
09/09/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Mónica Jorquera, que dejó la música para dedicarse por entero a la pintura y el grabado. | VICENTE GARCÍA
Mónica Jorquera, que dejó la música para dedicarse por entero a la pintura y el grabado. | VICENTE GARCÍA
La activa artista leonesa Mónica Jorquera ha inaugurado este sábado en Ármaga la que considera su primera gran exposición individual después de varios años en el colectivo Galbana. Ha trabajado durante meses en ella, Trazos de memoria, para «contar una historia a través de diversas técnicas».
Y la historia que plantea Jorquera, con un personajes inventado, es la de «una chica que cuando se hace mayor decide volver al pueblo de sus abuelos, al de una infancia que quiere retomar, pero los abuelos ya no están y la casa prácticamente se ha hundido». Su idea entonces es levantarla, «aunque sea de una manera mental».

Y ésta historia es la que va guiando los pasos de las obras que Mónica Jorquera va dando a través de sus obras. «He creado piezas de distintas técnicas para que expresen mejor los sentimientos de la protagonista al regresar a su memoria infantil. Así, por ejemplo, hay cinco grabados y tres son grandes mapas con un dibujo casi infantil, como si fueran los recuerdos de los niños de cómo era su pueblo, a través de las casas, que para mí es un símbolo muy fuerte de la comunidad». También incorpora elementos personales, como una muñeca de la que me hablaba mi madre y que «la protagonista de la exposición intenta recuperar pero ya solo queda un trozo de la cabeza y de ahí saca un molde y construye muñecos que le recuerdan esa vida rural, representada en elementos como una llave vieja, un pequeño cencerro...».

Y hay dos elementos que a la leonesa, que dejó la música para dedicarse por entero a la pintura y el grabado, le parecen fundamentales de la vida rural: el cielo y el río. «En la ciudad también los hay, claro, pero el cielo que yo veo cuando he estado en pueblos nunca lo he visto en la ciudad, no lo he podido disfrutar, e igual me ocurre con el río; una idea que está presente en un par de óleos».

Aclara Jorquera que ella no tiene pueblo, «pero me lo dejaba una amiga mía de Senra y hurgando en la casa de su padre encontré unos cuadernos de aquellos de cuadrícula, y aquella letra y aquellas cuadrículas me fascinaron y ahora trabajo mucho con cuadrículas».
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