"El proyecto de Transición estrella es el Ponfeblino, porque es muy peculiar, une territorios y tiene mucha repercusión"

Yasodhara López, directora de la Fundación Ciuden

31/03/2024
 Actualizado a 31/03/2024
Yasodhara López en su despacho de la Fundación Ciuden. | MAR IGLESIAS
Yasodhara López en su despacho de la Fundación Ciuden. | MAR IGLESIAS

Hija de ganaderos, sabe de despoblación y reto demográfico desde la cuna. Natural de Riego de Ambrós, un pueblo berciano de menos de medio centenar de habitantes, se ha convertido en la cabeza tractora de la Fundación Ciuden, un organismo en el que lleva trabajando 13 años, desde casi todos sus departamentos. Así relata su historia en este tiempo "Yo venía del mundo de la investigación enológica. Empecé con un proyecto de investigación del castaño, para ver el estado de los sotos con el hongo del chancro, que era un problema muy serio en aquel momento. Era un proyecto con la ULE, había tres ingenieros forestales y de montes y una persona de Biología, que era yo como especialista de microbiología. Se hizo una publicación interesante sobre la evolución del hongo. Después salió un proyecto de inventario de patrimonio industrial del Bierzo y Laciana y me propusieron hacerlo con un equipo de cuatro personas, multidisciplinar. Y a partir de ahí surgió la posibilidad de entrar en el Museo de la Energía. Con el mismo equipo que hicimos ese trabajo, creamos el centro de documentación para nutrir la apertura del museo. Buscamos toda la documentación del edificio. Había muy poco. Comenzamos a hacer el trabajo de memoria oral de los trabajadores, con 200 entrevistas. Se puso en marcha el Museo de la Energía en 2011 y el Centro de documentación sigue funcionando, con la vista puesta en la apertura del otro centro –ahora La térmica cultural-. Le dieron el premio Europa Nostra por la recuperación del edificio que fue todo un acierto. Luego surgió la posibilidad de dirigir el Museo y me pareció un orgullo dirigirlo".

-Ahí comienza el reto del Museo...¿cómo fueron esos primeros pasos?

-Era un reto grande y todo salió espectacularmente bien. Cada vez se hacían más exposiciones, más actividades con los colegios… Ahí se empieza a plantear la apertura de La Térmica Cultural. Eso nos parecía un proyecto enorme. Teníamos que ser cautos y ver lo que más falta hacía. Teníamos rodada la experiencia del Museo y finalmente abrimos ese, con algo de miedo de que le quitara visitas a este. Pero se han retroalimentado los dos. Ha habido 29.000 visitas y en La Térmica Cultural más de 26.000 en el poco tiempo que estuvo abierto. Nuestro miedo era algo infundado. Comenzamos a hacer actividades conjuntas y todo funcionó muy bien.

El mayor reto ha sido abrir La Térmica Cultural. Hicimos un evento de alto nivel de presidencia europea y ahora lo hemos repetido con Reto demográfico, pero queríamos hacer más y nos hemos lanzado con el proyecto de la "Recicladora cultural". Se implican a centros culturales y museos , en muchos casos de primer nivel, que pretende dar acceso a exposiciones temporales para llevarlas a sitios donde es más difícil acceder a ese tipo de cultura de calidad y hacerlo con poco coste, porque es reutilizar esos materiales. La parte digital ya está en marcha, también los almacenes y ahora vamos a hablar con los centros culturales para que, cuando generen sus proyectos culturales, ya tengan en mente esa recicladora. Ya está en marcha. Ya tenemos alojadas tres en nuestras instalaciones y alguna comprometida con otro centro. Vamos a tener un acto de presentación en abril para contarles el proyecto a todos los centros. 

- Esa respuesta ¿es lo que esperaban o ha superado las expectativas?

-En el Museo de la Energía sí, porque todos los años va creciendo una media de un 20% de visitantes. En la Térmica nos ha sorprendido, porque solo abre unos días a la semana. La respuesta ha sido tremenda porque hay que sumar a esas visitas las 13.000 más que aportan las actuaciones.

-¿Han pensado que ese éxito pueda tener que ver con la gratuidad. ¿Se plantean comenzar a cobrar entrada?

-En algún momento habrá que cobrar algo. No por todo, pero sí para algunas cosas. Pero será algo simbólico porque la intención es que el acceso a la cultura sea económico. 

-Su primera dirección fue la del Museo, pero después surgió la posibilidad de llevar la dirección general...

-Yo había trabajado en proyectos de transición justa y tenía una visión general de todo. Lo que más desconocía era la parte de investigación, pero siempre me ha gustado, por mi formación. Cuando llegué a la dirección fue un reto. Conocía lo que se estaba haciendo y que había mucho trabajo hecho durante años. Eran proyectos a los que les faltaba el empujón final para que vieran la luz. El equipo tenía ganas de hacer más cosas y, en cada una de las áreas. Mi meta era implantar una línea nueva de trabajo en cada departamento, además de lo que teníamos a punto de ese empujón final. Teníamos posibilidades de hacer muchas cosas. 

Quería volver a los Fondos Europeos y hemos conseguido dos proyecto. Uno de los proyectos tiene que ver con los residuos de fosfoyeso, con convertirlos en algo aprovechable y en nuestras instalaciones haremos parte de esa conversión. El otro proyecto es Bionet 0. Se trata de usar la experiencia de las calderas de oxicombustión que es lo que nos ha valido para entrar en él. Podemos validar los modelos de otros con los datos que tenemos nosotros. Somos unos socios muy valiosos.  A ver si podemos entrar en otros proyectos, que todos tienen que ver con descarbonización. 

- Ese gran proyecto de oxicombustión, para el que se había construido incluso una caldera única, ¿ha quedado descartado?

- Estamos trabajando en descarbonización, pero desde el hidrógeno verde. Son las líneas europeas que se siguen ahora, pero estamos  usando los datos de esas calderas para proyectos europeos. Estamos en un proyecto que se llama GES en el que usamos los datos de sensorización de Hontomín -la zona en la que se pensaba almacenar el CO2 secuestrado del proceso de oxicombustión-. No se está inyectando, está en parada segura, pero sí ha servido como modelo de investigación. 

-Es un proyecto del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero ¿qué queda de todo aquello que se gestó como el gran proyecto berciano?, porque ha pasado por distintas etapas, de ser la joya de los proyectos a estar denostada. No sé si cree que hoy tiene más sentido...

-Del proyecto de Zapatero queda mucho. Se apostaba por la descarbonización de una manera y ahora seguimos trabajando en ello, pero de otra manera. La línea europea habla de hidrógeno verde con subproductos y estamos metidos en ello. Los proyectos, las personas, los territorios, van cambiando, pero seguimos trabajando en descarbonización. La parte de patrimonio industrial, es indudable que se sigue apostando por ello, porque las dos instalaciones están abiertas -Museo de la Energía y La Térmica Cultural- y se sigue trabajando. Seguimos enfocados en los mismo ejes.

-Sí se cayó la línea de turismo en el territorio, como la Mirada Circular o ¿queda algo de aquello?

-Se cayó relativamente. Creo que la Fundación tuvo un papel importante, tanto con enoturismo como en cuanto a Mirada Circular, pero ambos proyectos pasaron a la iniciativa privada. Siguen funcionando. Quizás está mejor que funcionen desde la iniciativa privada. Ahora seguimos trabajando en turismo. Acabamos de conseguir provisionalmente una ayuda sobre patrimonio minero, pero es para todas las zonas de transición. Es el programa Experiencias y sería como una Mirada pero en todos esos territorios. Sería el germen para empezar a trabajar y generar marca. Son casi 700.000 euros para ese proyecto, en el que estamos muy bien puntuados. Seguimos trabajando en turismo, y si funcionara muy bien, tiene toda la lógica que pase a la iniciativa privada. Creo que el papel de la Fundación debe ser dar el impulso inicial a las ideas y, una vez que funcionen, pasarlas a la iniciativa privada.

-Ciuden ha tenido relevancia en los proyectos de Transición Justa...

-Hay 197 municipios de Transición Justa en toda España. Es un trabajo directo con esas zonas. Se sacan líneas de ayuda y lo que hacemos es acercarlos para que sean más efectivos. Hay ayudas para Ayuntamientos y para empresas. Pero ahora nos hemos metido también en Reto demográfico, porque hasta ahora eran zonas donde se cerraron térmicas o nucleares .

-Y un paso más, Ciuden lidera las oficinas para promocionar la puesta en marcha de comunidades energéticas ¿está interesando concebirlas en el Bierzo?

-Sí, muchas ya se han puesto en contacto directo. El IDAE nos designa como oficina de transformación comunitaria y planteo que tenemos que dar servicio a todas las zonas de transición de toda España porque es una demanda. Las comunidades energéticas es algo que la gente está empezando a ver como una oportunidad, porque es una forma de tener tu propia energía y eso llama mucho la atención. Aún no se sabe el potencial que tienen.  Se demanda sobre todo en zonas rurales y en polígonos industriales. Cada vez se avanza más rápido. Pero el principal problema es explicar la diferencia de lo que es el autoconsumo y una comunidad energética, que muchos confunden. El autoconsumo es tener una instalación y lo que no consumes lo vendes. En la comunidad energética no vendes. Bajas la factura y el sobrante de energía lo destinas a beneficio social de la propia comunidad. Es el mayor problema que nos encontramos, que tienen en la cabeza la idea del autoconsumo y en las comunidades energéticas no existe ese ingreso de dinero, aunque haya beneficio. Aquí, Igueña, Villafranca, Lillo y Ponferrada van más avanzadas. Palencia, Villadangos también. Somos un territorio ideal para comunidades energéticas por la dispersión de los pueblos, aunque es muy interesante para los polígonos industriales. Bembibre está trabajando en ello, porque es donde más sentido tiene. Le veo mucho futuro, pero es complicado jurídicamente, de inicio. Ha sido difícil el trabajo que ha hecho el IDAE para tener esa documentación pero ahora ya hay documentos tipo y será mucho más sencillo. También queríamos que Ciuden fuera el nodo central de los Centros de Innovación Tecnológica de España. Hay ocho centros y cinco creándose. Nosotros le pretendemos dar soporte a todos ellos. Era lógico enmarcarlo en Transición. 

-Acaban de hacerse unas jornadas para unir a todos esos CIT ¿qué ha salido de ahí?

-Han venido todos los agentes del territorio y se han puesto cara. Ahora, lo que tenemos que ver son sus necesidades para cubrirlas desde el nodo. Estamos trabajando con la UNED como una plataforma digital para que puedan conectarse, porque cada uno está en un sitio y puedan intercambiar experiencias. Muchos pueden resolver sus problemas porque otros han dado con la solución antes. De ese modo se resuelve de manera más afectiva. El nodo lo que hace es estar el día a día con ellos. Habrá un equipo de apoyo, desde jurídico a económico, por si hay empresas que lo necesiten, y también un plan de formación que nos han pedido. Esta era la primera vez que se reunían y ahora ven que tienen como una casa madre en ese nodo. 

-De los proyectos que van saliendo de esos centros ¿cuáles destacaría?

-El de pastoreo inteligente me parece increíble. No es en el Bierzo pero se podría replicar, como muchos otros, porque muchos de los problemas son parecidos. Zonas con difícil cobertura y orografía compleja...

-Decía la ministra Ribera en este foro que la innovación es clave contra la despoblación, ¿opina lo mismo?

-Estamos en una época muy diferente. Debemos maximizar esfuerzos, si unos ya lo han hecho, no hace falta repetirlo. Las posibilidades son tremendas. Cada territorio tiene sus potencialidades, pero compartirlas abre mucho campo. 

-En esa descarbonización que da sentido a Ciuden, habla de trabajar en la línea del hidrógeno verde. Uno de los proyectos estrella ha sido la locomotora con un motor de explosión con ese combustible, ¿qué pasos se están dando en este proyecto?

-La Fundación quiere hacer las pruebas y demostrar que funciona para que  lo use la industria. Es algo peculiar porque sí hay trenes de hidrógeno, pero de pila de hidrógeno y lo que aquí se pretende es que sea un motor de explosión de hidrógeno, que existen, pero no se usan en trenes. Hay zonas en las que es difícil el funcionamiento de esas pilas, por el traqueteo del tren, por la orografía, porque tienen pasos muy estrechos...Hay que descarbonizar todo el ferrocarril pero electrificarlo, en muchas zonas, no es rentable. Hemos ideado esta opción, usar un automotor, con un tamaño pequeño, que pueda tirar de un par de vagones. Lo primero fue ver qué empresas podrían hacer toda la transformación. Hemos hecho el convenio con una empresa local para poder usar la vía. La del Ponfeblino es perfecta para hacerlo. Ya se está transformando el automotor. Estamos en la fase de adquirir el motor de hidrógeno, que saldrá en dos meses. Hemos realizado estudios de los motores que nos puedan interesar. En cuanto llegue, se incluirá, para que a finales de año se comiencen a hacer pruebas, por lo menos con movimientos sencillos. Pero ese no es el proyecto del Ponfeblino, como tren turístico, del Consorcio. 

-Pero sí que la intención es trasladar eso al Ponfeblino y que su locomotora funcione con hidrógeno verde...

-Sí, esperamos que tenga uso turístico, pero estaremos un par de años haciendo pruebas antes.

-¿Podría iniciarse el Ponfeblino con otro combustible para después unirse a ese entonces?

-No, nosotros vamos antes, aunque más o menos seguiremos a la par. Se va a mover antes el tren con hidrógeno, porque ellos tienen que recuperar las locomotoras históricas. Lo primero que se va a ver es el automotor de hidrógeno. El proyecto seguirá siendo nuestro dos años y después veremos si se lo cedemos al Consorcio, porque no tenemos interés en explotarlo. Después tenemos que ver cómo escalarlo, para pasar a trabajar con motores más grandes.

-Sobre los proyectos de aplicación del hidrógeno verde ¿qué es lo primero que vamos a ver, además de esa locomotora?

-Vamos a ver transformaciones a otros usos, como el metanol. Hay algunas empresas interesadas pero tenemos acuerdos de confidencialidad con ellas. Solo trabajamos con el hidrógeno que proviene de energías renovables. Comenzaremos a construir nuestra planta fotovoltaica, que va a suministrar al electroelectrizador. Estudiaremos usos directos del hidrógeno, porque lo que más cuesta es almacenarlo. O lo usas directamente, por eso es tan buena la idea del motor, o transformándolo a derivados, como etanol y metanol. 

-Ciuden se mueve en varias patas y, uno de sus últimos proyectos es el de crear un laboratorio de ciberseguridad a nivel europeo con el Incibe ¿cuándo podría hacerse realidad esa idea?

-Este año queríamos ponerlo en marcha. Lo primero será un curso para expertos que se realizará aquí esta primavera para después montar el laboratorio. Lo vemos muy posible. Tenemos unas instalaciones muy potentes y hay que aprovecharlas. Es una pata más del I+D. 

-Otra de las patas es el vivero, ¿hay nuevos proyectos para él y cómo van los actuales?

-El vivero cumple 15 años, es un centro muy asentado. Sus alumnos, a los tres meses, el 30% tiene empleo. Tienen el centro en Pobladura de las Regueras pero se mueven para hacer cosas como el Museo en Verde. Pero nos lanzamos con algo más, el Tandem, el programa del SEPE que es de formación y empleo y que tiene que ver con la especialización en fruticultura. Hay mucha necesidad de gente especializada en fruticultura. Fuimos los único que solicitamos esa formación. Ha sido más de medio millón de euros los concedidos y ya se están formando, en Igüeña. También se ha hecho un curso con la ULE con plantas que se usen en cocina. Y les animé a hacer un curso en La Térmica Cultural. Así, una escuela taller se hace allí y los alumnos nos mantienen los helechos y también harán los jardines exteriores. Serán jardines con consumo muy bajo de agua, acorde con un proyecto de ajardinamiento de una universitaria. Va a ser muy especial. También están con un programa de investigación del olmo ibérico, con el centro de Puerta del Hierro. Colaboramos con una parcela experimental con distintos clones de olmo para ver cómo evoluciona la grafiosis. Aquí es un árbol emblemático. También experimentamos con el chopo, con la ULE,  para ver cómo resisten los distintos clones al estrés hídrico. El vivero está ahora aportando semilla para los proyectos de recuperación del castaño en Igüeña. Estamos produciendo castaños libres de chancros a lo loco para dárselos a Diputación y complementar a los que consiguen por Tragsa. 

-Ese fue uno de los proyectos seleccionados en los Fondos de Transición ¿hay alguno que le hubiera gustado que saliera que no pudo ser?

-No, yo creo que los principales fueron este de los castaños y el Ponfeblino. Hay muchos proyectos. Del resto de España destacaría el de la restauración de Mina Aurora, un pozo minero como el Pozo María aquí. Tenían un proyecto de rehabilitación muy bien armado.  Y otro en Asturias, un centro para formación de mujeres rurales. Son proyectos de 1,5 millones cada uno y me llamaron la atención, junto con los nuestros. Para mí el proyecto de Transición estrella es el Ponfeblino, porque es muy peculiar, une territorios y tiene mucha repercusión. 

-Dicen que los Fondos de Transición son la última oportunidad para estas zonas ¿lo ve así?

-No, pero sí que son una oportunidad tremenda, porque no es muy normal esta inyección de dinero. Los Fondos de Transición son un regalo que hay que aprovechar y hay que utilizarlos bien. Hay que pensar que no va a pasar eternamente. Ahora salen más fondos, con 25 millones, pero no son los 90 de la primera convocatoria. Es mucho dinero y hay que aprovechar la oportunidad

Archivado en
Lo más leído