Violencia silenciosa

Las recomendaciones de cuidado contra las agresiones sexuales se dirigen siempre hacia la víctima. Aunque el foco de la culpa esté claro, es ella la que debe cuidarse de a dónde va y con quién y, mientras, el sector masculino, en lugar de reflexionar sobre ello, esgrime el ‘not all men’

Mujeres por la Igualdad
18/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
La violencia va muchos más allá de las agresiones físicas, está cada día en nuestros hábitos, diseñados bajo el signo del miedo.
La violencia va muchos más allá de las agresiones físicas, está cada día en nuestros hábitos, diseñados bajo el signo del miedo.
Siempre recuerdo las palabras de mi madre al salir de casa: ten cuidado cuando vuelvas de noche para casa, que siempre te acompañen, no vengas sola; ten cuidado con los vasos en los bares, que no te vayan a echar nada en ellos; ten cuidado si te subes con alguien a un coche que esa persona la vean siempre tus amigas, que te acompañen siempre. No vayas sola por ahí de noche; no vayas a caminar sola; nunca subas a tu coche a desconocidos;nunca te fíes ni del más amigo, ni de la familia siquiera; cierra bien la puerta de casa; no vayas siempre a correr por el mismo sitio, cambia de ruta… Todo esto, así, de una vez puede parecer exagerado, pero, gota a gota, surte efecto. El miedo es violencia silenciosa. Violencia que sufría mi madre y que sufría yo.

Pero lo que mi madre nunca me decía era a quién tenía que temer tanto, por quién tenía que tomar yo estas precauciones… ¿de los extraterrestres tal vez? Aunque mi madre ni nadie nunca nombraba lo ‘innombrable’, yo sabía a quién tenía que temer, a los hombres.Pero claro, cómo se va a nombrar lo ‘innombrable’ cuando mi padre es hombre, ¿a él le tengo que temer? Mi hermano es hombre, ¿a él también le tengo que temer? Mi abuelo es hombre, ¿también a él? Por lo que yo, como mujer, me pregunto, ¿de qué hombres tenía entonces que protegerme?

Éstos últimos años en los que las mujeres hemos decidido no callarnos, gritar bien alto lo que todasen más o menos medida hemos sufrido por parte de nuestros compañeros de raza humana, éstos en lugar de reflexionar, de mirar hacia fuera de su ombligo y tomar conciencia de lo que su ‘masculinidad’ provoca en nosotras las mujeres, en lugar de eso, ellos han salido en masa a infravalorar nuestros miedos y a gritar más alto, por encima de nuestras voces si les es posible, el ‘no all men, -no todos los hombres-’.

Cada vez que he tratado este tema y hay algún hombre en la conversación, en lugar de hacer un pequeño esfuerzo empático hacia nosotras y decir, oye, los hombres tenemos que hacer algo al respecto… no, es totalmente al contrario, ellos te dan un par de lecciones de feminismo, no reconocen nada, y no dan otro argumento a parte de «no todos los hombres somos así. No todos los hombres somos violadores. No todos somos agresivos…. Yo no lo soy».

Evidentemente no todos los hombres lo son, si así fuera estaríamos rematadamente jodidas. Entonces de qué hombre tengo que cuidarme. Os pregunto a los hombres, ¿vosotros sabéis a qué hombres tengo que temer? Sería de gran ayuda, ¡en serio!Porque no nos confundamos, los agresores sexuales son personas normales, hijos sanos del patriarcado difíciles de identificar a simple vista, pues podría ser cualquiera. Suena fuerte ¿verdad?, pues imaginaros lo que esto supone para nosotras.

La mayoría de las condenas por pederastia son hombres haciendo uso de su abuso de poder en colegios, iglesia... Las estadísticas nos dicen que la mayoría de los abusos sexuales (un 85%) se producen en el seno de la familia y son perpetrados por padres, tíos o abuelos. Posiblemente a muchos padres y madres les parecería correcto que yo no dejara a mi hija o hijo menor a solas con un familiar, si este familiar es hombre, si es mujer, ya no habría ese problema o desconfianza.

Hace poco una amiga cuya hija de 8 años juega en el equipo de baloncesto en un pueblo del Bierzo nos contó que el profesor de baloncesto, un chico de veintitantos años, les propuso a las niñas darles clases individuales. La clase con cada una de ellas a solas. Ninguna de las madres aceptó, rotundamente se negaron, y no lo aceptaron por miedo. ¿Es ese chico un agresor sexual? Pues no lo sabemos. Él se puede sentir mal u ofendido si las madres le expresan la razón de por qué no han aceptado.Éltambién puede aludir el «Not all men… » ¿vamos a poner en riesgo a nuestras hijas?  La mayoría de las condenas por pederastia son hombres haciendo uso de su abuso de poder en colegios, actividades deportivas, iglesia… ¿qué podemos hacer las mujeres?¿Y los hombres? Como mínimo reflexionar.

Las estadísticas nos dicen que la mayoría de los abusos sexuales (un 85%) se producen en el seno de la familia Esta amiga mía ya ha tenido una conversación con su hija para advertirle de que nadie, nadie, puede tocarle donde ella no quiera, que a sus genitales sólo ella puede acceder. Nos podemos volver a hacer otra pregunta, si tendrían estas familias el mismo miedo si fuera una mujer, tendrían el mismo miedo si las profesoras son religiosas, si mi madre me advertía de mis tías, de mis vecinas o de la mujer que me fuera a cruzar esa de noche por la calle. La respuesta ya la sabemos.

Ana de Miguel nos dice: «la violación y el abuso forma parte del proceso de intimidación masculina del que somos víctimas todas las mujeres, no solo las que han sido violadas o abusadas. Esto se hace patente cuando consideramos que mujeres que nunca han sido violadas o abusadas muestran una ansiedad y miedos similares a las que sí lo han sido, y que para evitar la mera posibilidad tiene que aceptar limitar considerablemente su autonomía en el espacio público». El mensaje de la violencia latente contra las mujeres está muy claro: una mujer sola está en peligro. El miedo a la violación condiciona el comportamiento cotidiano de todas las mujeres.

Yo crecí en un pueblo del Bierzo en el que las niñas al salir del colegio teníamos que agachar la cabeza o cruzar de acera porque un señor que vivía allí pues le gustaba asomarse a la puerta para decirnos obscenidades. En mi pueblo había una sola juguetería y tienda de regalos a la que nos recomendaban no entrar solas, el hombre aprovechaba para tocar más de la cuenta siempre. Cuando con 20 años comía en un parque en Ponferrada entre horas de clase, conversaba con un señor mayor muy agradable que un día pasó a ser otro viejo verde que me dejó en shock. En mi pueblo también el profesor particular de dibujo intentó abusar de una amiga que era una niña, ella me lo contó avergonzada. Ese mismo hombre persiguió una noche a mi hermana hasta casa con el coche. Ese verano mi hermana tuvo que ir siempre acompañada por miedo a verle.

Una mujer sola está en peligro. El miedo a la violación condiciona el comportamiento cotidiano de todas las mujeresEstas son sólo algunas de las historias que yo sé, que me han pasado o que me han contado, por supuesto no están todas. No son ni un mínimo del porcentaje de lo que nos sucede de verdad a las mujeres a lo largo de nuestra vida, muchas porque no nos atrevemos ni a contarlas y otras muchas porque las hemos normalizado. ¿En serio Not all men? ¿A los hombres sólo se les ocurre escurrir el bulto y decir, yo no?

Esta semana hemos sido testigos de una polémica a causa de una guía que la ertzaintza ha distribuida con el lema, «por unas fiestas libres de agresiones sexuales» con motivo de las fiestas de Vitoria.Esta guía incluye medidas de precaución que ponen el foco único y exclusivamente en las víctimas, es decir nosotras. Advierte a las mujeres de las cosas que no deben hacer para no ser agredidas, no se nombra en ningún momento la palabra hombre. Recomiendan no aceptar citas con extraños, ni a ciegas y en caso de hacerlo, quedar en un lugar conocido. No andar de noche a solas, ni en lugares poco transitados, tener cuidado con las consumiciones y no perderlas de vista. Cuidar de nuestras amigas y que ellas cuiden de nosotras. Además recomienda que se advierta a las amistades de cualquier persona que tenga un comportamiento irrespetuoso.

Una vez más se nos hace responsables a las mujeres de nuestra integridad poniendo límites a nuestra libertad. Un panfleto que, como habréis observado,lo podía haber redactado mi madre, o la madre de cualquiera de mis amigas hace 25 años, pues no dista en nada de los consejos y advertencias que ella volcaba en mí cuando salía de fiesta, en serio, hemos avanzado bien poco y a la vista está.
El movimiento feminista ha reaccionado gritando alto y fuerte que en realidad lo que queremos es ser libres, no tener miedo, no tener cuidado. Los agresores son ellos.

Creo que si los hombres son los que están detrás de las violaciones, acosos, asesinatos de las mujeres y los seres humanos en general, igual es porque el género sí tiene alguna importancia en aspecto sociológico del mismo.

¿Para cuándo una educación feminista que enseñe a los hombres a no violar
en vez de enseñarnos a las mujeres a evitar ser violadas y agredidas? Las mujeres queremos dejar de ser víctimas de esa violencia silenciosa que nos persigue, que nos impide disfrutar del espacio público con total libertad y queremos que los hombres tomen parte de ello de manera urgente. Lo que estamos reivindicandono es ni más ni menos que nuestros derechos.
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