El viejo cementerio del Carmen

Rafa Casas
19/11/2023
 Actualizado a 19/11/2023
Imagen de los recientes trabajos de exhumación realizados en el cementerio del Carmen | Javier Fernández
Imagen de los recientes trabajos de exhumación realizados en el cementerio del Carmen | Javier Fernández

Ya sea por los medios de comunicación sonoros -radio- o escritos -prensa- últimamente se nos ha informado de los trabajos que se han desarrollado en el solar del viejo cementerio del Carmen. Las excavaciones llevadas a cabo han consistido en la exhumación de restos humanos (se cifra en un total de 29 cuerpos) que a fecha de hoy siguen enterrados en estos lindes. Básicamente son restos de represaliados durante la Guerra Civil y posterior período de la Dictadura franquista.

Paradójicamente, en un pasado anterior -bastante reciente- estos terrenos vieron cómo cumplieron la función social de ser el espacio destinado para ser la última morada terrenal de muchos bercianos convecinos nuestros; en un futuro -más o menos próximo- este lugar servirá para edificar un nuevo centro de salud -los vulgarmente denominados ambulatorio- para cubrir las necesidades sanitarias de los residentes -en su mayoría- en la zona alta de la ciudad. Vendrá a sustituir al actual centro médico situado en el paseo de San Antonio, que por su historia ha resultado ser el primero de los cuatro existentes en Ponferrada, a fecha de hoy.

Esta noticia ha sido la mecha que me ha encendido a evocar la historia del camposanto del Carmen, al que fui durante varios años en la tarde del 1 de noviembre a rezar por el eterno descanso de mis abuelos paternos y maternos allí enterrados. La historia de este cementerio (que literalmente significa «lugar para dormir») oscila en un período que se mueve en la franja de mediados del siglo XIX, hasta los 60 del pasado siglo XX. En épocas remotas se tenía como tradición la de enterrar a los difuntos en el templo en el que habían recibido el sacramento del bautismo, ya fuese en su interior o en la zona exterior, más próxima a la iglesia. Llegó un momento que por problemas sanitarios y falta de espacio los pueblos y ciudades se viesen avocados a la necesidad de buscar un nuevo espacio de enterramiento para sus pobladores, lo que ocasionó que los regidores de nuestra villa, en aquellos años, se decidieran por buscar un nuevo lugar para enterrar los restos humanos de sus seres queridos. El alcalde D. Isidro Rueda López de Cangas sería uno de los impulsores del nuevo cementerio. En este caso, la corporación municipal se decantó por un extenso campo que cumplía a la perfección sus objetivos: fuera de la villa, pero cercano y con una construcción religiosa a sus pies como era el caso de la Capilla del Carmen, lo cual facilitó el nombre a elegir para el que fuese el segundo cementerio de los habitantes de la villa. 

Esta mencionada edificación religiosa data hacia el 1665. Su construcción se debe al matrimonio de mercaderes locales formado por Pascual Pérez de Quindós y su esposa, Isabel Crespo de Rueda. Llevados por la piadosa devoción que profesaban a la Virgen del Carmen, la consideraron digna de ser visitada para conocer la riqueza artística que cobija con sus retablos e imágenes. A destacar de manera especial las pinturas de la bóveda, cuya composición lleva el título de ‘El Camino’, obra de Salomé de Paz y Paola León, con motivos que aluden al Camino de Santiago a su paso por la comarca del Bierzo. Anexa a la capilla e integrada a la misma encontramos el albergue de peregrinos ‘San Nicolás de Flüe’.

El camposanto ponferradino cuenta con alguna extrañeza o curiosidad a saber. Una relacionada por la profanación llevada a cabo en varias tumbas y nichos, acaecidas en 1978 según un artículo publicado en el diario ABC con fecha 19 de mayo del mencionado año. Su titular: ‘Arrancar las cabezas a dos cadáveres en un cementerio’. La otra, haber acogido los restos de la figura del enigmático maqui Manuel Girón Bazán (natural del pueblo berciano de Salas de los Barrios) y toda una leyenda; fue enterrado el 25 de mayo de 1951 a las puertas de la parte civil del cementerio. Había sido habito en el paraje ‘Las Puentes del Malpaso’, perteneciente al municipio de Molinaseca.

A lo largo de su dilatada vida este espacio recibiría sepultura y acogería los restos de personas ilustres que habitaron en la ciudad de Ponferrada pertenecientes a diferentes escalas sociales de la sociedad ponferradina de aquellos momentos. Valgan como ejemplos Miguel Fustegueras Álvarez-Valdés, mecenas de la villa al legar su rico patrimonio -en aquellos años se hablaba que rondaría o superaría los 600 millones de las antiguas pesetas-; Diego Antonio González, médico y fundador del Instituto Gil y Carrasco; Isidro Rueda, que fuera recordado por su labor como alcalde de la villa e impulsor de este cementerio; las mujeres Luciana Fernández y Eladia Baylina como bienhechoras de la ciudad;  la madre y una hermana del escritor Enrique Gil y Carrasco; Manuel González del Valle, que fuese secretario del Ilustre Ayuntamiento en la ciudad de Ponferrada, autor del libro ‘Historia de la milagrosa imagen Ntra. Sra. de la Encina’, publicación del año 1850 (que en marzo de 2023 ha visto salir a la luz una nueva reedición).

Los únicos vestigios que a día de hoy se mantienen del viejo cementerio del Carmen son una parte del muro y la puerta de entrada, la cual resulta ser de un estilo clasista y labrada en sillería de granito. Consta de los gruesos pilares y arco rebajado de línea curvada por arriba, esculpida en la piedra y en relieve el escudo de la ciudad con sus puentes y una corona real. Con la siguiente leyenda: «En silencio sublime esta morada / le dice al hombre, aspira a mejor vida / que todo en este mundo es polvo, nada», que a día de hoy resulta casi ininteligible. Todo ello visible por la parte delantera de acceso al cementerio. En la otra cara, esculpida en la piedra y en relieve: La Tau o Thau. Es el símbolo de unión y de relación con la Fortaleza o Castillo de los Templarios.

En un muro lateral, que rodeaba el cementerio, se puede contemplar la escultura de un ángel alado, ‘querubín’. La función de estos ángeles custodios es la de sostener su trono, mover su carro mayestático, guardar la entrada de sus dominios y resguardar el arca sagrada con sus alas, sobre el propiciatorio. Todo ello según la tradición bíblica sobre la corte celestial en torno a Dios. A los ángeles se les atribuye un papel benefactor: velar por los hombres.

El actual cementerio municipal de Ponferrada, ubicado en la zona conocida como el Montearenas, abriría sus puertas el día 3 de diciembre del año 1965 a unos 3 km. de la ciudad en dirección a la A-6 La Coruña-Madrid. A los cementerios católicos se les llama también ‘camposanto’, dado que en la ciudad de Pisa (Italia) el terreno de su cementerio fue cubierto por una capa de tierra, traída por las galeras pisanas de su regreso de la III cruzada de los ‘lugares santos’ de Jerusalén. De este hecho histórico surge el mencionado término.

Dejadme un hueco para la evocación melancólica de una fiesta relacionada con la festividad del día de Todos los Santos, el magosto, catalogada como una de las más emblemáticas de nuestra etnografía. En estas últimas décadas está perdiendo protagonismo ante un duro rival como es la celebración de ‘Halloween’ pero, gracias a Instituciones Vecinales, AMPAS o Asociaciones Culturales, sigue manteniéndose viva esta tradición tan nuestra. En su mayor apogeo el magosto era una celebración que se llevaba a cabo, de una forma especial, la tarde del día primero de noviembre. En ella participaba todo el pueblo. Consistía en lo siguiente: se preparaba en el campo una gran hoguera (fogata o fogueira) alimentada con palitos de leña seca (garabullos) y se ponían a asar castañas, fruto del castaño, entre el rescoldo (borrayo) que iba dejando la hoguera. Cuando las castañas empezaban a estoupar, era señal de que ya estaban asadas. Se sacaban del borrayo, se bullían ‘mondar’ y se empezaban a comer. 

Entre el rescoldo ha quedado el refugayo (el desecho de las castañas). Resultaba ser una fiesta con un marcado acento lúdico y festivo. Se acompañaba, además, del mencionado fruto, otros como nueces (conchos), almendras, manzanas, peras, etc.; se bebía un buen vinillo berciano, se cantaba y se bailaba al son del pandero. Una canción típica para la celebración de dicha efeméride es la que lleva por título ‘El Magosto’. 

Amplio y rico mes de refranes (como ocurre con otras épocas del año), reflejo del saber popular de las gentes; con temática basada primordialmente en la climatología, la agricultura o el santoral del mes. A citar: ‘El veranillo de San Martín dura tres días… y fin’; ‘Noviembre acabado, invierno empezado’; ‘En el día de difuntos memoria y frío van juntos’; ‘Por todos los Santos, nieve en los altos y por San Andrés, en los pies’; ‘En noviembre haz la matanza y llena la panza’; ‘Quien cava en noviembre el tiempo pierde’; ‘Por Santa Catalina, prevente de leña o harina’; ‘Por Sta. Catalina la nieve y el frío se avecinan’; ‘Por Santa Cecilia, nieve en la rodilla y la vaca en el cebilla’; ‘San Clemente, para San Andrés ya está presente’; ‘Por San Eugenio, castañas al fuego, lumbre en el hogar y ovejas a guardar’; ‘Dichoso mes que entras con Todos los Santos, medias con San Eugenio y sales con San Andrés’, ‘Dichoso mes que entra con tostones y sale con chicharrones’, ‘A todo cerdo le llegar su San Martín’, ‘Por San Martín, deja el puerco de gruñir’, etc.
 

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