La Térmica Cultural se convierte desde este mes en escaparate de algunas de las propuestas arquitectónicas más destacadas del país gracias a la exposición vinculada a la XVII Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo.
La muestra reúne una veintena de proyectos reconocidos en esta edición, elegidos entre los 55 premiados y las 650 candidaturas presentadas a la convocatoria del Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana, y ofrece una mirada renovada sobre el papel de la arquitectura en un mundo dominado por la hiperconectividad.
Bajo el título “flujos comun.es”, la bienal propone un análisis crítico de cómo arquitectos y urbanistas están respondiendo a los retos contemporáneos. La edición, centrada en los trabajos desarrollados en el bienio 2023-2024, reivindica aquellas prácticas que han sabido situarse en el espacio donde se cruzan lo local y lo global, reformulando los límites y responsabilidades de la disciplina.
Los comisarios de la muestra, Ander Bados Sesma y Miguel Ramón López, ambos pertenecientes a una generación posterior al nacimiento de la bienal, han diseñado la exposición a partir de cinco grandes líneas de lectura: materiales, personas, energía, datos y medioambiente. Cada uno de estos ejes refleja un flujo esencial de las sociedades actuales y actúa como hilo conductor para interpretar cómo los proyectos seleccionados dialogan con ellos.
Lejos de una exposición tradicional, “flujos comun.es” invita a cuestionar las formas habituales de proyectar y construir, y plantea una reflexión colectiva sobre cómo debe posicionarse la arquitectura en un escenario incierto, cambiante y sin fronteras nítidas.
La elección de La Térmica Cultural como sede no es casual. El Colegio Oficial de Arquitectos ha querido reconocer con ello la reconversión de estas instalaciones, una antigua central térmica transformada en espacio cultural y de pensamiento. Así lo destacó Concepción Fernández, directora del área de Museos, Patrimonio y Cultura de la Fundación Ciudad de la Energía (CIUDEN), quien subrayó que el lugar ejemplifica el tipo de transformación que la propia bienal quiere poner en valor.
Uno de los elementos más llamativos de la muestra es su formato expositivo: cada proyecto aparece “embalado” en una maleta simbólica, lista para viajar. Cuando la exposición concluya en Ponferrada, este equipaje arquitectónico emprenderá ruta hacia nuevas sedes, reforzando la idea de movimiento y conexión que vertebra todo el discurso de la bienal.
