Confinado, encerrado y aislado del mundo; pero quizá más cerca de nosotros mismos que nunca. Con más minutos para sentarme, cerrar los ojos y hablar conmigo; preguntarme cómo va todo, qué me preocupa, cómo puedo mejorar y ayudar. Puede, papá, que el día a día hasta ahora nos/me llevase a una montaña de velocidad, a un huracán de fuerza incontrolable que impedía conocernos mejor. Asomarme a la ventana cada noche, ver las estrellas, sentir las gotas de lluvia golpear contra el cristal, preguntarme cuándo y cómo, por qué; preguntarme dónde. Y es que esta carta, papá, te la escribo desde un confinamiento que ya dura semanas. Curioso ¿verdad? Es como si el propio planeta hubiera vuelto a la normalidad, aquella en la que, creamos o no, todo sigue su curso sin nosotros, los seres humanos.
Tiempo. La disponibilidad de aquello que tanto nos quejábamos ahora es lo que más tenemos. El tiempo, esa nueva dimensión que ahora sabemos que se puede deformar es, precisamente, la que nos envuelve. Y de entre toda esta libertad de movimientos culturales que estoy viviendo, reconozco, bien lo sabrás por el resto de cartas que te he enviado, que la poesía ocupa una gran parte. La poesía… ¡Qué grande es! Poetas que observan el mundo que los demás olvidamos, poetas que hacen de lo cotidiano hermoso, de lo común único y de lo pasajero eterno en cada uno de sus versos. La poesía es vida. ¿Sabes por qué? Porque la poesía habla de la vida. Se nota entre los poemas cuando un poeta habla de la vida sin haberla vivido o cuando plasma la vida que le envuelve. Son esos segundos poetas los que encuentran realidad en sus palabras, los que llevan al lector allí donde ellos se encuentran. Son esos los poetas de la certeza y la eternidad. Poetas como la que hoy te traigo. Sara R. Gallardo, su nombre, ‘ex vivo’, el título del libro que he tenido entre manos. Fabuloso. F-A-B-U-L-O-S-O.
El ejemplar, que ya descansa con el de otros tantos poetas que he tenido la fortuna (sí, poder leerles ha sido una enorme suerte) de cruzarme con ellos en este largo caminar. Lo observo desde uno de mis sofás favoritos y me levantaría de nuevo a sumergirme entre esas maravillosas páginas. Todo comienza como comienzan los grandes espectáculos: con una gran puesta en escena, y es que el libro está cuidado al máximo. La edición está, estoy seguro, pensada, repensada, corregida, pensada de nuevo. La encuadernación, la portada, la propia situación de los versos dentro del todo, el color de las palabras. Precioso. Estoy seguro que te habría encantado. Y luego, papá, está el increíble contenido. Poesía papá, esto es poesía. Versos que nacen del interior para volar en el viento y llegar hasta lo más profundo de otro lector, y uno más y otro…
Ya sabes que siempre que leo un libro para escribirte una nueva carta a ninguna parte señalo las partes que más me han gustado o llamado la atención, para luego quedarme con algunas de ellas. Esta vez, la selección hubiera sido sencilla, podría haber cogido cualquier poema, cualquier verso. Calidad. Las manos que han escrito este texto llevan sentimientos en su interior, sin duda.
«No se esconde el sol / en medio de la niebla», nos dice ya en las primeras páginas. Justo en la siguiente a este verso, una preciosidad: Alguien contará mi historia / yo solo dejo aquí unas huellas». Completamente de acuerdo con Sara. Todos, creo, dejamos huellas en el caminar por la vida. Muchas se borrarán, pero no todas. Pasado el tiempo unos irán a visitarlas o bien habrá quien incluso las siga. El caminar… Como el que tú tuviste, y del que yo sigo hablando años después.
Un par de páginas más para que la poeta nos fije con sinceridad que «antes de bajar la mirada por fin a lo más obsceno, me dio por escribir/ -pensaba que estaba bien / Y creí ver una sencilla afirmación del mundo». ¿Sabes? Un día a mí también me dio por escribir, ni siquiera recuerdo cuándo, pero aquí sigo, sin querer dejarlo nunca. Jamás. Pero también nos recuerda a la escritura, eso que tanto nos unió a muchos, en un texto que está, como debe, cerca del anterior. Nos confiesa que «me voy a quedar lentamente en la escritura voy a buscarme nombre a la huida ¿dónde está? Nunca más voy a salir y duraré lo que dure la búsqueda buscaré verbo porque vi la herida besaré palabra buscaré poema donde creí que había poemas y sonaré y no saldré hasta que todos sepan la etimología de la palabra persona y la palabra rostro». Este texto, escrito a propósito sin puntuaciones, nos lleva a la literatura del profundo ‘yo’, para que cada uno podamos puntualizar, como en la vida, lo que escuchamos desde nuestro propio camino.Puntuaciones cuya relevancia demuestra tiempo después, usando un mismo texto, pero con dos significados tan distintos. Y todo, solo por la interrogación: «Tú eres feliz / ¿Tú eres feliz?».
Te podría contar uno y mil poemas a destacar y no olvidar. Seguro que ya solo con los que te he escrito te habré sacado una sonrisa, una de esas que muestran la alegría del que sabe que ha encontrado algo especial. En este caso una gran poeta.
Página veintiocho: «Hay varias muertes posibles / algunas de ellas las he sobrevivido / sin sentirme en ningún caso superviviente». Cuántas veces hemos muerto todos para luego tener (o deber, no sé que se ajusta más, la verdad) que renacer. Ella lo ha hecho, yo también.
Y en ese amor por la escritura que Sara nos muestra con desnudez segura, tiene un hueco para hablarnos de la poesía, esa que ella tanto, estoy seguro, ama, esa que yo tanto admiro. «La poesía es una sucesión de honestidades, es claramente una vida / la palabra sustituye a la derrota / la palabra buscaba imagen de lo que no ser». Has leído bien papá, sí, ‘la palabra sustituye a la derrota’. Lema para un libro, para un tatuaje, para un disco y para toda una vida. Un lema que recordaré, que me encanta y que por eso escribo una vez más. La palabra sustituye a la derrota. En tu caso, sin duda, lo hizo.Me tengo que despedir ya, dejar esta nueva carta que siga su curso. Permitir que vuele como han volado las otras, durante ya estos dos años, que siga su propio destino, su propia vida, para que llegue hasta ti en el vuelo de lo eterno y lo necesario. Una carta que me recuerda que sigues aquí, allí o dondequiera que te busque. Porque buscarte, desde luego, es buscarme a mi mismo.«A cualquier nombre propio llaman identidad», nos dice Sara. Sonrío. Tiene razón, sin duda. La identidad… eso que muchos buscan, que pocos logran. Papá, guardo ya el poemario entre los libros que fueron cartas, libros que leí por y para ti, libros que me legaron a lo más profundo, de autores que admiro, de escritores que te hubiera gustado conocer; libros que, con solo verlos, me recuerdan lo hermosa y maravillosa que es la literatura, que siempre habrá tiempo para una nueva ‘carta a ninguna parte’, y que, sinceramente, no es inmortal el que nunca muere, que inmortal es el que nunca se olvida.
Poeta por y para una vida
Sara R. Gallardo nos muestra en ‘ex vivo’ una recopilación de poemas de enorme profundidad, donde el talento regala versos.
26/04/2020
Actualizado a
26/04/2020
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