Molinaseca, es un sugerente pueblo con sabor a Medievo y senda viajera, que ocupa un fértil valle repleto de frutales, prados y huertas, surcado por el río Meruelo de aguas cristalinas y magníficas truchas.
Cuenta con declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) en categoría de conjunto histórico. Marcada por su ubicación en pleno Camino de Santiago reúne los tres elementos claves como son la iglesia, o santuario de Nuestra Señora de las Angustias, en el que los peregrinos pueden hacer una parada para rezar; el puente de los Peregrinos para salvar el río Meruelo; y los hospitales que se levantaron a atender a los caminantes.
El nombre con el que conocemos hoy esta localidad, tiene su origen en la existencia sobre el río Meruelo de varios molinos que al estar construidos sobre el curso del río y debido a las modificaciones en el cauce de éste los dejaba temporalmente secos. Esta pequeña localidad, cuenta en la actualidad con casi diez siglos de historia y es parada obligada en el transcurrir del Camino de Santiago para los peregrinos que viajan hacia Galicia en busca del jubileo.
El Camino de Santiago cruza el pueblo a través de la típica y monumental Calle Real, que nace en el Puente de los peregrinos y llega a su final a los pies del viejo crucero de piedra, dos símbolos inequívocos de su tradición jacobea, como también lo son el Santuario de Nuestra Señora de las Angustias, patrona del pueblo y la iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari.
Tres hospitales
Molinaseca es hoy uno de los enclaves más importantes de la ruta Jacobea y lo fue siempre citándose en numerosos documentos antiguos desde el siglo XII. El Camino Francés recorre 20 kilómetros del municipio pasando por los pueblos de El Acebo de San Miguel, Riego de Ambrós y Molinaseca.
Para atender a los peregrinos se crearon centros de asistencia u hospitales. Aquí existió el de San Lázaro, uno de atención a leprosos que primero se documentan en el Bierzo citado en 1203. Estaría a las afueras de la Villa, probablemente en dirección a Ponferrada en el propio Camino Francés. Al mismo tiempo que este, existía dentro de la villa el Hospital Casa de Molina ya en 1188. Pertenecía al Obispado de Astorga por concesión del rey Alfonso IX de León. Reconstruido en 1512, funcionaría hasta el siglo XIX en el que se vendió el edificio y sus propiedades.
Existió el hospital del San Nicolás, que se cita como hospedería atendida por religiosos y del que no sabemos su situación. Tres hospitales que demuestran la importancia de Molinaseca en el Camino y el cuidado y atención a los peregrinos que se continúa en la actualidad en el municipio y en la misma villa con albergues privados y parroquiales como el de San Roque. El albergue de San Roque se encuentra en una antigua ermita restaurada en las afueras de Molinaseca, en dirección Ponferrada por donde los peregrinos siguen el Camino. En esa zona también se encontraba la Ermita de Santa Marina.
Nuestra Señora de las Angustias
Lo primero que se encuentran los peregrinos al llegar a Molinaseca es este Santuario. Algunos autores mencionan la existencia en el siglo XI de una capilla en este mismo sitio, lugar de devoción y de honda tradición en el camino. Sus pórticos laterales servían para albergue y descanso de los peregrinos y los segadores gallegos que iban a Castilla. Se llevaban de las puertas del santuario una pequeña astilla de madera a modo de reliquia lo que obligó a forrarlas con chapas de hierro para evitar que el fervor de los peregrinos y segadores las hicieran desaparecer.
Después nos encontramos con el Puente Romano ya mencionado en el Siglo XII. Se conoce como Puente de los Peregrinos, por cuya causa se construiría y por el que continúan el Camino. Y pasamos por la calle real o de los peregrinos. Es la principal arteria de la población y coincide con el Camino de Santiago a su paso por Molinaseca. Abarca desde el Puente Romano hasta el Crucero del Santo Cristo.
El origen jacobeo de la ruta marca la distribución lineal en forma de lanza, característica de este tipo de asentamientos. La Calle Real ha ordenado, desde siempre, la vida urbana de la villa y ha sido, y es, el paso tradicional del peregrino, conservando el sabor y la fisonomía ancestral.
Molinaseca cuenta con la plaza del Santo Cristo, empedrada y asfaltada donde se ubica el Crucero del Santo Cristo, que da nombre a la plaza. Si tomamos como referencia el tránsito jacobeo, se encuentra a la salida del pueblo, al final de la calle Real.
El Crucero del Santo Cristo es un bello motivo jacobeo. Se menciona en una donación que en 1202.
Tiene también un monumento al Peregrino, al lado de esta plaza, lo que refleja el importante vínculo que la localidad de Molinaseca mantiene con la ruta jacobea.
El Acebo
Molinaseca da entrada al Camino por El Bierzo. El Acebo es el primer pueblo que se encuentran los peregrinos en la comarca en el Camino Francés. Hernán Alonso expone lo que es este pueblo “hermoso, con su calle Real, por la que hay que pasar despacio para disfrutar de la solera de un tiempo sin agobio y de la tradicional y cuidada arquitectura rural de las casas que la jalonan con sus fachadas de piedra y solanas de madera con corredores de balaustre abiertos a un viento con pureza de altura. Y sobre las cubiertas de losa sobresale la espadaña de la iglesia de San Miguel, del siglo XVI, con artísticas imágenes y retablos barrocos en su interior y una grandiosa vista panorámica del Bierzo desde el centenario olivo a la vera de sus muros”.
Cuenta sus privilegios reales, que culminan con el expedido a su favor por los Reyes Católicos y dado en la noble villa de Medina del Campo “a 21 días de mayo, año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil cuatrocientos y ochenta y nueve años. Por tal privilegio, el Acebo "no pagará pedidos, ni monedas, ni hermandades, ni martiniegas, ni yantares, ni velas, ni rondas, ni otros qualesquier pedidos ni derramas, ni empréstitos, ni repartimientos, ni serán llamados a guerra por parte de los Reyes Católicos y demás reyes que vinieren. A cambio, “mandamos al concejo de homes buenos del dicho lugar de Acebo que pongan ochocientos palos en todo dicho camino que es del lugar del Acebo hasta el Hospital de Fuencebadón, los cuales pongan fincados en la tierra y salidos y descubiertos mucha parte de ellos por manera que, aunque en el dicho puerto caiga tanta nieve que encubra a los caminos, queden descubiertos todos los palos para que los Romeros se puedan guiar por allí y salir a poblado”.
Y prosigue ese escrito que “deben los vecinos, además, repicar las campanas de manera constante en los días de intensas nevadas y abrir y hacer sendas en los lugares peligrosos desde el Acebo hasta Foncebadón”. Estos privilegios, que serían por siempre jamás, fueron confirmados por última vez por el rey Fernando VII el 18 de septiembre de 1814. También citan los Reyes Católicos el Hospital que el Concejo del Acebo ha hecho y en el que los pobres romeros son acogidos, hospedados y le dan algunas cosas para su sostenimiento. Así pues, el Acebo ocupa un lugar destacado en el Camino de Santiago por su historia y por la tradición hospitalaria que hoy se mantiene para amparo de pasajeros y peregrinos.
