Torre del Bierzo vuelve los ojos a aquel 3 de enero de 1944, cuando la tragedia se hizo fuerte en sus vías, esas que sonaban a tren y a sirena para marcar el paso de los vagones cada día. Ese, algo pasó. Un fallo mecánico, se concretó después. Una sirena que no alertó del paso de un tren. Ojos que no vieron, un mal mantenimiento…Y un encuentro entre el tren correo Madrid-Coruña, una locomotora en maniobras y un tren de mercancías. Todo dentro del Túnel número 20 de la línea Palencia-Coruña, en Torre del Bierzo, que se convirtió en una caja de humo y muerte que no dejaba de arder. Durante días estuvieron los vagones muriendo a fuego lento. En su interior cientos de pasajeros que se encontraron en aquel acordeón que sonaba a mortaja.
Se revolvían las escenas dantescas que los vecinos de Torre del Bierzo vivieron como rescatadores profesionales. Todos pusieron lo que pudieron para salvar los hilos de vida que quedaban y para rescatar cuerpos desmembrados. Una escena que se completó con la foto de los féretros de muertos en hilera que abren el trabajo que, en el 75 cumpleaños de la tragedia, escribió el historiador berciano, Tito Fernández, para desvelar el número de víctimas total que se había cobrado la tragedia. En aquel momento, 1944, la dictadura de Franco hacía que todo se acallara o que se aliara al poder. Se habló de 87 muertes de manera oficial, pero, en otros círculos se alcanzaban las 200 y, posteriormente se llegó a engordar la cifra hasta las 800 víctimas.
Ya en 2019, los últimos estudios, con los que concuerda Fernández, hablan de que se acercaría más a las 200 muertes. Fernández pone nombre a cada una de ellas, y habla de sus pequeñas historias unidas sobre los raíles, justo cuando los trenes se tocaron entre sí. Una historia que se ha recordado en el cine y que Torre, enclave minero, con talante minero y solidaridad minera, no olvida. Aunque en este 80 cumpleaños no haya celebraciones oficiales, según ha asegurado su regidor, Gabriel Folgado, el recuerdo «es permanente, no solo de un día y está en la memoria colectiva». «Participaron en la ayuda a los heridos y la gente lo recuerda. Es un tema recurrente», reconoce.
Y, es que, Torre, con más de 3.400 vecinos por aquel entonces, hoy mil menos, y con 13 núcleos de población paró el reloj a la una y veinte de aquel 3 de enero, cuando un estruendo y el fuego que salía del túnel se hicieron fuertes en el municipio. Este año no habrá un recuerdo oficial de la tragedia, pero hace cinco, el historiador cacabelense, Vicente Fernández Vázquez ‘Tito’, relató en ‘La verdad sobre el accidente ferroviario de Torre del Bierzo 1944’, los nombres de las víctimas y todo lo que pudo saber de ellas. Un testimonio también de lo que se publicó sobre la tragedia, de lo que testificaron los implicados en la misma y de curiosidades, en ocasiones muy sensibles. Más de 300 testimonios y toda la documentación que pudo recopilar dieron vida a este trabajo, que aclara que la tragedia lo fue, pero el baile de cifras se quedó en «menos de doscientas». Ese mismo año, cuando se cumplían 75 de la tragedia, Torre estrenó un monolito a las puertas del Consistorio realizado por el artista faberense Tomás Bañuelos.
Unas manos y un ramo de flores dan sentido a ese homenaje que el alcalde quería que fuera a las víctimas y a los que las socorrieron. Aquel homenaje tuvo una participación especial, la del hijo del maquinista de la 421, Luis Fernández, una de las locomotoras siniestradas. Recordaba que Julio, su padre, no hablada de aquella tragedia que consiguió librar. Se quedó a las puertas del túnel y eso le salvó la vida, pero recordaba que, los que tenían en sus manos la conducción de los trenes «fueron tratados como delincuentes» en un proceso judicial posterior de los más polémicos que se recuerdan.
En ese monolito, cada año aparecen flores frescas «son un recuerdo anónimo pero creemos que tiene que ver con algún familiar de las víctimas», dice el regidor.
Un centro de interpretación
Ochenta años y una intención de recuerdo, es lo que guarda Torre del Bierzo que mira a ese accidente con la intención de hacer de él una especie de museo de la memoria. Sería un centro de interpretación delaccidente ferroviario, en la antigua estación de tren, que Adif ya ha cedido al Ayuntamiento. Pero este pidió medios económicos a los Fondos de Transición y, pese a ser cuenca minera y el último municipio berciano en cerrar las minas, no consiguió ser aceptado. En la segunda oportunidad que da el Ministerio, con 25 millones más para proyectos municipales, el alcalde de Torre espera un sí.
Necesita 700.000 euros –una cifra que retocará por la subida de todos los elementos de construcción- para hacer posible un centro cuyas dos primeras piezas ya están a la espera de encontrar en él su sitio. Son la piedra del túnel número 20 que Adif cedió al Ayuntamiento y que es recuerdo vivo de la señalítica que vieron las víctimas al adentrarse en la oscuridad por última vez. Y una carretilla ferroviaria que se usó para el traslado de los heridos y que los propios vecinos restauraron con la intención de enseñarla en ese futuro museo.
«El mejor homenaje a las víctimas del accidente del Lazo sería el centro de interpretación», dice Folgado que asegura que el centro se completaría con material de otros museos ferroviarios y con dos salas más, una polivalente para distintos usos del pueblo y una parte dedicada a oficina de turismo. Folgado considera que el proyecto encaja como un guante en los Fondos de Transición y espera que esta vez el Ministerio lo dé de paso .